Los electrones giran en torno al núcleo formado por protones y neutrones, ellos recorren una órbita infinitamente pequeña, pero medible y al girar crean un espacio que tiene un antes y un después o sea un tiempo que también es medible, tenemos entonces un espacio y un tiempo reales producidos en la intimidad de la materia.

Esta es la urdimbre en la que se forma el tejido del espacio-tiempo de Einstein. Lo mismo hacen los átomos girando enloquecidamente en un pedazo de metal, están creando espacio-tiempo. Por lo tanto el espacio y el tiempo no son sólo dimensiones o conceptos matemáticos, sino que son parte de la materia, son la vibración que produce la materia.

Circularidad, la órbita de la vida

Órbita de un átomo.

El espacio-tiempo es una dimensión de la materia, no está fuera de ella, sino que es su producto, es la vibración producida por los espines del electrón y por lo tanto se está produciendo continuamente, expandiéndose.

El espacio-tiempo del macrocosmos se origina aquí, en la urdimbre que originan las partículas elementales.

Son los electrones que giran alrededor del núcleo dando lugar a circunvalaciones que en la física cuántica se pueden considerar como vibraciones, junto a los planetas que hacen verdaderas circunvalaciones alrededor del sol según la física newtoniana, los que crean el espacio-tiempo. Los protones no giran alrededor,  tampoco lo hace el sol.

Este es el orden que existe en la materia, unas partes dependen de las otras, y esa dependencia se llama CIRCULARIDAD. Einstein se dedicó al espacio-tiempo y no la tuvo en cuenta como sì lo hizo Newton.

Ella es el origen, la causa por la que se produce el espacio-tiempo. La masa del sol crea una curvatura en la cual giran sus planetas, según la teoría de la Relatividad.

Circularidad, la órbita de la vida

Planetas del sistema solar.

La masa del protón crea una curvatura en la cual giran sus electrones según la teoría cuántica, pero el espacio-tiempo no lo crean ni el sol ni los protones, sino que lo crean los electrones y consecuentemente los planetas que son los que GIRAN.

Este es un concepto que la física ha descuidado. La circulación, que nace desde la intimidad de la materia. La masa de la materia está dada por la circulación de sus partículas elementales. Si los átomos no giran, no existe la materia, esta ha sido una constante desde el big bang que ha dejado centurias y espacios.

La vida es el eco sobre un planeta de la circularidad que hay en el cosmos. La vida de carne y hueso que tenemos no es nada más que un holograma proyectado en el espacio-tiempo, cuyo soporte está en un orden muy profundo que es la CIRCULARIDAD, es el orden que se formó en un planeta que gira alrededor del sol, y sobre su eje.

Hemos sido engendrados por las circunvalaciones del planeta, gracias a ellas se abre y se cierra el diafragma de nuestros ojos y nuestras neuronas hacen sinapsis, gracias a ellas la fotosíntesis fue formando capas envolventes alrededor del globo para albergar los lóbulos del cerebro en el Mioceno.

Esto no se ha dicho nunca antes, y hago mías las palabras del hijo de la famosa bióloga Lyn Margulis, cuando expresa que la vida surgió como una tromba.

Si la tierra no girase no podría existir la vida. La vida está fundamentada en la circulación de los átomos y en la circulación de las moléculas que ellos forman.

Los ciclos tròficos, los ciclos del carbono, el circuito del agua, la circulación de la sangre, los ciclos atmosféricos, hasta las estaciones del año se producen por la circulación del planeta alrededor del sol y sobre su eje.

La vida, la masa biológica es el tejido que se ha formado sobre la urdimbre que crean los electrones girando alrededor del núcleo. Ella es la armonía final producida por el giro de los elementos, pero que sin embargo en el vértigo de las proteínas, algunas moléculas pierden sus electrones convirtiéndose en radicales libres, que son el anuncio del principio del fin porque no tardarán en robárselo a otras y así sucesivamente iniciando así el camino inexorable de la entropía y el final de la armonía que se había formado en el sistema. Un electrón que dejó de circular es el principio del fin.

Para evitar la pérdida de electrones se emplean los antioxidantes, que protegen a las proteínas para que no los pierdan, y se ha descubierto que uno de los mejores antioxidantes es la Melatonina, que se produce en la glándula pineal del cerebro, un órgano muy importante de la anatomía humana por el papel primordial que debe cumplir: controlar el CICLO CIRCADIANO, que regula nuestras vidas ajustándolas a los giros del planeta en torno al sol.

Circularidad, la órbita de la vida

La glándula pineal se encuentra en el centro del cerebro.

Para ello se destraba en la oscuridad de la noche obligándonos a dormir y en la etapa del sueño repara nuestro organismo y lo protege de la oxidación.

Es tal su importancia, que es una de las moléculas más antiguas de la evolución, se remonta a los inicios de la vida, porque precisamente lleva el mensaje de que hay respetar el orden que nos sostiene que es el de la circularidad, ella vigila el ciclo circadiano todos los días.

Si dejamos de dormir, rompemos el ciclo y nos acercamos a la entropía. El orden de la circularidad que yace al fondo de la vida es muy exigente con nosotros, y tiene un centinela, se llama melatonina.