Un virus es una letra perdida en el lenguaje de la vida. Nosotros tenemos el abecedario completo con todas las letras que la SELECCIÓN NATURAL fue recogiendo del ecosistema a través de las centurias. En el HOMO SAPIENS el ecosistema llegó a su dimensión consciente. Todos los sistemas de la anatomía humana se comunican por medio del mismo lenguaje escrito en el ADN. El aparato respiratorio, el circulatorio, el digestivo, el motor, todos están imbricados entre si por medio de un mismo lenguaje, pero los científicos insisten en que la interconexión es relevante sobre todo entre tres de ellos, que son el neurológico, el endocrino y el inmunológico, siendo este último, la antesala, el guardián frente al ecosistema del cual se originaron todas las letras de nuestro lenguaje y con el que se deben respetar todos los protocolos que ha establecido la naturaleza. Un virus es entonces una letra intrusa que pone en jaque al lenguaje de todos los sistemas, pero que empieza por la antesala que es el sistema inmunológico, frente al cual se convierte en un test que viene a evaluar cuán apertrechados están los centinelas, cuán seguros son los aparatos inmunológicos de los individuos.

El lenguaje del ecosistema

Frente a una pandemia, es la maquinaria inmunológica la que está en la trinchera, la que debe enfrentar los ataques del enemigo, sus baterías se recargan en los sistemas endocrino y neurológico prioritariamente como dice la ciencia. Si el aparato ENDOCRINO de una persona está debilitado por el mal funcionamiento del páncreas, inundando de azúcar el flujo sanguíneo, esto restará fuerza al sistema inmunológico y el individuo estará en serio peligro de ser atacado. De la misma manera sucederá con el aparato NEUROLOGICO. El cerebro es el que comanda el sistema neurológico y todos los demás. Si en él son activados los registros del amor, de la felicidad, de la creatividad, de la empatía con la naturaleza, las neuronas activarán la producción de endorfinas que ponen a millón las baterías del sistema inmunológico. Las personas felices y solidarias serán siempre las que mejores defensas tienen. Pero si el cerebro percibe el peligro, se desencadenará la producción de adrenalina que pondrá en alerta al sistema inmunológico ( la sola noticia del COVID 19 ha bañado de adrenalina al globo y puesto a la defensiva a todo el género humano). Pero si en cambio las neuronas son sacudidas por registros negativos de odio, venganza, crimen y suicidio, se desencadenarán entonces hormonas negativas y dañinas que harán tambalear el sistema inmunológico. Un sencillo experimento puede comprobar todo esto: A un lado de la calle, una prisión con criminales y reos de toda índole que en sus alucinaciones sólo abrigan la venganza. En la acera de al frente un convento de monjas de clausura que han dedicado sus vidas a la gloria de Dios y al servicio del prójimo. La pandemia que nada respeta ha invadido ambos recintos. En la prisión todos han sido infectados con un alto saldo de muertos. En cambio en el claustro casi todas las personas resultaron asintomáticas habiendo sido infectadas. Este es el test que dio vueltas al mundo y no se detiene. La prueba de fuego para las defensas que tiene cada quien con sus neuronas activadas por registros positivos o negativos.

El lenguaje del ecosistema

Un sistema RESPIRATORIO en perfecto estado es el mejor aliado de las defensas de un individuo, pero en nuestras modernas metrópolis, ¿quién puede tenerlo, respirando aire contaminado con dióxido de carbono que ininterrumpidamente emiten nuestros automóviles? Por eso en ciudades como New York, Londres o Sao Paolo muchos no pudieron pasar la prueba, y en cambio en lugares como Mongolia o Nueva Zelanda con aires limpios y lozanos, las víctimas fueron muy pocas.

El lenguaje del ecosistema

Por su parte, el metabolismo juega un rol muy importante para el mantenimiento de nuestras defensas. Todos necesitamos de calorías y proteínas para vivir, pero algunas de ellas vienen saturadas de grasas que no son muy inteligibles para nuestras células y poco a poco van dando lugar a radicales libres y colesterol, enemigos declarados del sistema inmunológico. “Somos lo que comemos” dice el adagio y eso es verdad y este virus es el inspector que de pronto apareció para chequear en qué lugares están los focos de la “comida chatarra” y del abuso de los cárnicos. En cada esquina de Manhattan hay un estipendio de hamburguesas y perros calientes que seducen a todo el mundo. En cambio, en cada esquina de La India todo el mundo le da paso a las vacas sagradas que deambulan. Compare Ud. la cantidad de muertos que dejó el virus en los Estados Unidos y en la India que tiene una población cuatro veces mayor que la americana. Y si esto no lo convence, abra los diarios de Alemania alarmada por el rebrote del virus en los mataderos y frigoríficos de carnes, ricas en proteínas, pero también en grasas, el alimento preferido por el virus, el gran desestabilizador de  la inmunología.

El sistema MOTOR y el CIRCULATORIO van de la mano. Los músculos en acción ponen a circular la sangre por las venas evitando la formación de plaquetas en las paredes internas de los vasos sanguíneos que son las causantes de los infartos y del grave deterioro del sistema inmunológico. Los atletas son los mejor preparados ante la pandemia, se ríen de ella. Todos debemos seguir su ejemplo, hay que darse maña para hacer ejercicio. No hay que olvidar que nuestra especie proviene de los simios, y los monos andan de rama en rama. A su vez la sangre es la correa transmisora que lleva los glóbulos blancos por todos los sistemas. Los linfocitos dominan el lenguaje de la vida a la perfección y distinguen inmediatamente una letra intrusa aunque se haya disfrazado con una corona de proteína engañosa. Ellos se arman como centinelas creando anticuerpos para el sistema inmunológico. Uno de estos centinelas son las células T que tienen memoria para reconocer al invasor.

El lenguaje del ecosistema

 Este virus ha venido a chequear si todos los sistemas de la anatomía humana están hablando el mismo lenguaje del ecosistema, el lenguaje articulado con todas las letras que la SELECCIÓN NATURAL seleccionó para armar la vida. Este virus es una letra perdida que perfora y se introduce en aquellos que tienen lenguajes mal articulados y termina aniquilándolos. Él es un test, un cruel y persistente test.

LIMA , MAYO  2021

PROF. EDUARDO PÉREZ-ALBELA