Toda organización, independiente del sector al que pertenezca, debe cumplir obligaciones que van en beneficio de la seguridad y salud durante los procesos productivos. El caso de las granjas es incluyente en este aspecto y, por ende, dentro de sus políticas deben cumplir con las condiciones mínimas salud tanto para empleados como para los animales.
Sin embargo, este marco legal, al igual que ningún otro, no es fijo en el tiempo. Es importante verificar la trazabilidad de la normativa que aplica al sector de manera continua, implementando los sistemas de gestión de seguridad y salud, realizando diagnósticos de condiciones de trabajo con el fin de darles a los animales una vida digna.
El bienestar animal ha sido definido por la Organización Mundial de Salud Animal (OIE) como un término amplio que describe cómo los individuos se enfrentan al ambiente, e incluye su salud y sentimientos, así como otros efectos positivos y negativos sobre los mecanismos que se activan para enfrentar dichos problemas. La mayoría de granjas siguen utilizando medidas inhumanas, encerrando en un espacio reducido a un gran aforo de animales y no respetando sus procesos naturales de gestación, reproducción o lactancia.
En el ámbito mundial, este tema ha adquirido una mayor importancia recientemente, especialmente en los países más desarrollados y en los que comercializan productos de origen animal. No obstante, el consenso alcanzado en los principios elaborados por la OIE, ha dependido de numerosos elementos de diferente naturaleza que trascienden el acuerdo.
Las implicaciones de cuidar nuestras industrias animales van más allá de la propia ética, naturalmente. Existen exigencias oficiales de países importadores y empresas privadas importadoras de productos de origen animal, que incorporan explícitamente aspectos de bienestar animal en sus regulaciones oficiales. Por lo tanto, quienes exportan a dichos países o entidades deben dar cumplimiento a esas exigencias.
Algunas ventajas de la ventilación en granjas ganaderas
Una de las soluciones más sencillas y efectivas es contar con productores de ventiladores para animales. Estos facilitan la habilitación de la granja y reducen la toxicidad del aire de la nave. Con ello no solo hacemos lo correcto, sino que además nos vemos beneficiados como empresarios, ya que la calidad y cantidad de los productos obtenidos es superior, tanto en los principales como en los derivados.
El sistema de ventilación debe de haberse elaborado de tal manera que se amolde a la producción individual de cada granja, asegurando el mínimo consumo de energía.
El animal no debe estar expuesto a corrientes de aire y la ventilación tiene que ser uniforme a lo largo y ancho del espacio. Igualmente, es primordial que el aire tenga la altura y dirección correcta. Factores como cantidad y velocidad adecuada son también muy importantes.

Es necesario ventilar los espacios dedicados a albergar a los animales.
En invierno, la ventilación ayuda reducir la cantidad de gases que no deseamos al mínimo. El aire que se mete en la granja del exterior es frío y no debe llegar a los animales sin antes haberse mezclado con aire caliente. El sistema de ventilación propicia dicha mezcla para alcanzar una temperatura óptima en la nave.
Durante el verano, funciona a la inversa: elimina el exceso de temperatura de los animales y absorbe el aire dentro de la nave ganadera, al tiempo que crea un efecto de frescor que garantiza el bienestar entre los animales.
Actúa conforme a las leyes vigentes y evita posibles sanciones millonarias. Al final, los animales son seres vivos y como tal deben ser considerados y cuidados éticamente. En el caso de las granjas y grandes naves ganaderas, son además el principal medio económico y de sustento para muchas familias. Seamos conscientes y logremos el bienestar tanto para ellos como para nuestros trabajadores. De ello dependerá siempre la calidad del producto final.
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