Los lagartos canarios autóctonos están en serio peligro de extinción si no se hace algo con las serpientes reales californianas (Lampropeltis getula californiae), una especie foránea que ha invadido la isla de Gran Canaria.

Una plaga que lejos de mejorar, ha empeorado, porque Gran Canaria es la isla que presenta este serio problema (aunque se corre el riesgo de que aparezcan en otras islas), que no tiene una vía sencilla para solucionarse.

Los ofibios llegaron a finales del siglo pasado como mascotas, pero con el tiempo han terminado exterminando a las especies autóctonas como los lagartos.

Lagartos en peligro de extinción

Lagarto gigante de Gran Canaria.

El número de serpientes se extiende

De hecho, el número de lagartos era de 400 ejemplares por hectáreas, y ahora estaría en torno a los 40, en el mejor de los casos.

En esta época el movimiento de las serpientes es excepcional, porque los machos van a la busca de hembras, y las hembras que se encuentran preñadas, necesitan alimentarse de forma más asidua, así que los lagartos endémicos de las islas Canarias tienen una amenaza en potencia con estos nuevos vecinos.

La adaptación y aclimatación de esta especie foránea ha sido espectacular, proveniente de Estados Unidos y del Norte de México, ha encontrado en esta isla su paraíso particular, en donde disfrutar de un tiempo parecido al de su lugar de origen, una orografía y una flora y fauna perfectas para reproducirse y conquistar todo el terreno.

Serpientes invasoras

«Lampropeltis getula californiae» o serpiente real californiana.

Trastocado el ecosistema de Gran Canaria

El impacto ambiental de la presencia de los ofidios es trascendental, ya que sin los lagartos la cadena trófica se haya trastocada de forma irremediable, porque cumplen con una función exclusiva: los jóvenes comen insectos y los adultos toman semillas, pero es imposible que puedan ser dispersas de otra manera.

La naturaleza canaria se encuentra a todas luces alterada: las plantas necesitan de su presencia, y los insectos podrían volverse otra plaga.

La mano del hombre ha jugado en su contra, porque se ha dedicado a criar a este tipo de serpientes como si fueran mascotas domésticas, y el problema es que este animal salvaje en muchos casos se ha terminado escapando.

Ha dejado su huella de forma activa en muy poco tiempo, le han bastado treinta años, prácticamente, para hacerse el dueño y señor de la isla.

La cuestión más preocupante es qué se va a hacer con todos los ejemplares que se encuentran vivos. Desde mi punto de vista, la muerte suele ser el recurso más fácil y más usado, pero no creo que sea el mejor.

De la misma forma, que se han gastado millones de euros en crear el proyecto Life Lampropeltis (cofinanciado por varios organismos) para su desaparición de la naturaleza canaria, también me parece coherente que se le de una solución a esas capturas.

Y por lo que he podido leer y averiguar, no se afirma cuál es el verdadero fin del plan, pero temo entrever que es su exterminio radical, con aplicación móvil incluida para aquellas personas que voluntariamente deseen participar en la caza y captura de la presa.

Lagartos en peligro de extinción

Dos ejemplares de «Podarcis pityusensis».

Serpientes en las islas Pitiusas

El problema de las serpientes alóctonas también lo tienen otras islas, como es el caso de las Pitiusas. Al parecer, esa obsesión del hombre con crear jardines de forma rápida y sencilla para decorar el territorio a su gusto, ha originado esta pequeña invasión de serpientes foráneas.

Sus huevos o las propias serpientes, muchas veces, han llegado a las islas junto a las raíces de esos olivos centenarios (la película de Icíar Bollain debe ser re-proyectada para que ayude a terminar con la barbarie), objetos de compra-venta exprés. Un melodrama que no hay por donde cogerlo, se mire por donde se mire.

Hasta fines del siglo pasado, tampoco había serpientes en las islas Baleares. Los lagartos tan comunes, representación y simbolismo de las las islas, tienen los días contados. Vestigios primitivos, que la sociedad actual está terminando de deshacer.