El segundo fin de semana del mes de mayo (11 y 12 de mayo) se celebra el Día Mundial de las Aves Migratorias 2019, una jornada en la que se quiere concienciar de la grave situación de muchas aves debido a  la invasión de plásticos en su hábitat. Ya no solamente aparecen en aquellos espacios habitados por el hombre, sino en aquellos que pensábamos nosotros que eran todavía prístinos. Eso significa que nuestros esfuerzos para dejar de utilizar plásticos de un solo uso se deben intensificar, y sobre todo evitar arrojarlos al medio natural.

El Rayador americano o pico tijera es un ave marina que pesca al ras del agua en pleno vuelo, por lo que es susceptible de alimentarse fácilmente con plásticos.

Las cifras son escandalosas: cerca de 8 millones de toneladas de residuos plásticos llegan al mar cada año de muy diversas maneras. Lo que lo convierte mucha veces en un hábitat-trampa, sobre todo para las especies marinas, aunque otro tipo de aves migratorias no escapan a ese problema. Muchas de ellas terminan sus vidas con sus cuerpos llenos de plásticos, porque al irse degradando por la acción del mar y de otros agentes, el plástico se va pareciendo más a la comida con que muchas aves se alimentan, lo que causa su muerte por no poder digerirlo.

Muchos los regurgitan, como las gaviotas, pero hay otros que los van acumulando en su interior, como es el caso de los petreles. Los Phalaropus son la familia de aves migratorias más afectadas por los plásticos, según los distintos informes de investigación. Aunque no se quedan atrás los álcidos, los estercoráridos y los gaviformes.

El 90% de las aves marinas ya tiene plásticos en sus intestinos, según se ha desprendido de diferentes estudios científicos llevados a cabo. Estamos acabando con la vida en el planeta, porque ya no encuentran animales para alimentarse en la misma cantidad que hace décadas, y esa confusión les está llevando a comer lo más parecido a ello, incluso están alimentando a sus polluelos con esos restos plásticos. Es decir, no habrá nuevas generaciones de determinadas especies, porque no llegarán a ser adultos. 

A su descendencia le afecta mucho más al tener un cuerpo en desarrollo y formación, al no tener ningún valor nutricional, su suerte está echada; además de conseguir que sus órganos terminen atestados de plásticos. Doloroso y repulsivo al mismo tiempo. La mortalidad va aumentando a pasos agigantados entre las distintas poblaciones. Hemos creado un infierno en el planeta para todos los seres vivos, ahora debemos afrontar las consecuencias y frenar el caos. 

A ello se le junta la incapacidad de desenredarse de muchos plásticos que han formado verdaderas mallas o redes. Muchas aves terminan asfixiadas o extenuadas al intentar librarse de ellos. Se enrollan en sus alas, y entre sus plumas, privándolas de poder volar. No son casos aislados, es una situación que se está convirtiendo en habitual, lo que arroja la envergadura de este asunto, que está afectando a toda la cadena trófica.

Por ello, es esencial que cuando se visite cualquier ecosistema habitado por animales como pueda ser una laguna, un río o un océano se respete el entorno. Eso supone no perturbar la vida salvaje, y no dejar restos de objetos que no provengan de la la propia naturaleza. La contaminación afecta mucho más de lo que suponemos a toda la vida silvestre, sobre todo cuando se convierte en un hábito extendido y perpetuado en años.