La utilización de armas, la destrucción de infraestructuras y campos petrolíferos, los incendios, los movimientos de transporte militar y la fumigación química son ejemplos del impacto destructor que la guerra puede tener en el medio ambiente.

La Asamblea General de Naciones Unidas declaró el 6 de noviembre, Día Internacional para la prevención de la explotación del medio ambiente en la guerra y los conflictos armados.

Las consecuencias ambientales de los conflictos armados

Los métodos realizados en las guerras para destruir todo a su paso, no es nada nuevo. Ya en la tercera guerra púnica (149 y 146 a. C.), el emperador romano Escipión ordenó a las legiones destruir totalmente la ciudad de Cartago,  sembrado con sal en los campos de cultivo, para que no creciera nada en ellos.

La modernización de las técnicas de la guerra, con la proliferación de las armas químicas y las armas nucleares ha creado cada vez más devastación en los ecosistemas y el medio ambiente.

De acuerdo con los artículos 35 y 55 del I Protocolo Adicional a los Convenios de Ginebra (junio de 1977) “el empleo de métodos o medios de hacer la guerra que hayan sido concebidos para causar, o de los que quepa prever que causen, daños extensos, duraderos y graves al medio ambiente natural” quedan totalmente prohibidos. Este compromiso, sin embargo, se respeta pocas veces y en la mayoría de las guerras contemporáneas se producen acciones causantes de daños directos en el medio natural.

Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) señala que en los últimos 60 años al menos el 40% de los conflictos internos han tenido alguna relación con la explotación de los recursos naturales.

Las secuelas de los conflictos armados

En 2006 el ejército israelí bombardeó una central eléctrica situada al Sur de Beirut (Líbano) causando un vertido de 20.000 toneladas de petróleo en el mar Mediterráneo. La imposibilidad de actuar eficazmente para detener la marea negra resultante supuso que ésta dañara gravemente un tramo de 90 km de costa matando a numerosos organismos y dañando gravemente uno de los escasos hábitats de la tortuga verde (Chelonia midas) en el Mediterráneo.

Guerra de Vietnam - Las consecuencias ambientales de los conflictos armados

En la guerra de Vietnam cientos de miles de hectáreas de selva y cultivos fueron destruidas lo que se ha considerado como el mayor ecocidio de la época contemporánea. Foto expuesta en el Museo de Recuerdos de la Guerra de Ciudad Ho Chi Minh (Vietnam).

El caso más terrible de destrucción sistemática del bosque se produjo entre 1965 y 1973 en Vietnam. Durante aquellos años se desarrolló un programa masivo de fumigación con herbicidas y defoliantes, como el “agente naranja”, destinado a eliminar la cubierta forestal en la que se ocultaba la guerrilla del Vietcong y a privar de alimentos a los campesinos vietnamitas. Con aquel motivo se extendieron 100.000 toneladas de sustancias tóxicas por todo el Sur del país produciendo graves daños en casi la mitad de la superficie cultivada y destruyendo cerca de 110.000 hectáreas de bosque y 150.000 de manglares.

El “agente naranja”, principal defoliante utilizado en Vietnam, tenía un elevado contenido en dioxina, lo que produjo la muerte directa de numerosos animales salvajes o domésticos y gravísimos efectos en la salud de los campesinos que se han extendido hasta la actualidad a través de deformaciones congénitas en sus descendientes. 

Las minas antipersona causan la muerte de grandes animales (se ha documentado la de osos en Croacia) y, cuando estallan accidentalmente, producen destrozos en los suelos y plantas circundantes aunque estos daños son muy limitados. En cambio, al hacer desaparecer los factores humanos de estrés de amplias superficies, permiten que el entorno vuelva a regirse por leyes naturales y hacen posible la conservación o regeneración de los ecosistemas locales. En algunas zonas del mundo, las mejores representaciones de ambientes “naturales” coinciden hoy con áreas minadas.

Pero las minas no siempre son favorables al medio natural ya que la falta de labores silvícolas o la imposibilidad de actuar normalmente en las superficies afectadas por ellas puede volverse en contra de la vegetación.  Esto ocurrió en 2003 cuando una ola de incendios forestales asociada a un verano excepcionalmente caluroso no pudo ser combatida con medios terrestres a causa de las minas y calcinó extensas superficies en Bosnia-Herzegovina. 

El Día Internacional para la Prevención de la Explotación del Medio Ambiente en la Guerra y los Conflictos Armados debe invitar a no olvidar los hechos devastadores por los que atraviesa el ecosistema tras un conflicto y reflexionar acerca de las masivas explotaciones de recursos naturales que se han producido y siguen produciéndose.

El odio junto con las armas mueve actuaciones inmorales que se rigen por el principio de egoísmo y se alejan de la empatía provocando efectos inhumanos e inconscientes para todos los seres vivos; causando la muerte o daño de muchas personas y la destrucción del medio en el que subsisten. Ambas acciones presentan grave humillación en cuanto al derecho a la vida y el derecho a respetar el medio ambiente se refiere.

Fuentes:

Wikipedia, Tercera guerra púnica

ocw.unican.es

www.worldwatch.org