La ciudad más poblada de Sudáfrica, después de Johannesburgo, se enfrenta a la peor sequía del siglo, debido principalmente al cambio climático, la superpoblación, el turismo de masas y la falta de concienciación.

Ciudad del Cabo de noche

Ciudad del Cabo de noche

Tres años de sequía agudizados por el cambio climático y una población que no para de aumentar con un consumo medio de entre 250 y 350 litros de agua por persona y día, han puesto a Ciudad del Cabo en una situación límite. Y es que la capital legislativa de Sudáfrica, así como la segunda mayor urbe del país, se enfrenta al vaciamiento por completo de los embalses que abastecen la ciudad de agua. De hecho, la urbe sudafricana ha puesto fecha para este fatal evento, llamado día cero, que ahora mismo está previsto para el próximo 9 de julio.

Sin embargo, las medidas del gobierno municipal de esta metrópoli de unos 4 millones de habitantes permitieron retrasar el agotamiento de agua de marzo a julio. De esta manera, se espera ganar tiempo hasta las primeras precipitaciones que coinciden con el invierno austral.

Entre las distintas disposiciones para paliar la sequía se encuentran la restricción de consumo de agua hasta los 50 litros de agua por habitante y día, la prohibición de regar jardines y lavar vehículos y la construcción de plantas de desalinización. De no tener éxito estas iniciativas y llegar al día cero sin lluvias, la ciudad se vería abocada a recurrir al abastecimiento de agua mediante camiones cisterna y reducir aún más el consumo de agua.

El suministro de agua potable, todo un reto para las grandes metrópolis como Ciudad del Cabo.

El suministro de agua potable, todo un reto para las grandes metrópolis como Ciudad del Cabo.

Desgraciadamente, el caso de Ciudad del Cabo podría repetirse en el futuro ya que hay hay numerosas grandes metrópolis que pueden sufrir problemas con el suministro de agua por diferentes motivos. Por ejemplo, una de las ciudades más grandes del planeta, Tokio, también es susceptible a sufrir falta de agua potable porque sus lluvias, aunque copiosas, se concentran en solo una estación del año. Para intentar solventar esta circunstancia, la megalópolis japonesa recurre al recolectado de aguas pluviales, con proyectos a gran escala como el G-Cans, que permiten almacenar agua a lo largo del año para sus habitantes.

Nuevas soluciones, para un problema de siempre

Y es que en lo que a gestión de aguas se refiere, más vale prevenir que curar, y especialmente ahora que el cambio climático, la superpoblación y la contaminación hacen que el agua potable sea cada vez más escasa. Por suerte, están surgiendo nuevas maneras de recolectar y preservar el agua, además de tecnologías para su mejor utilización, las cuales ya se están utilizando a lo largo del mundo.

Entre estas nuevas iniciativas, una de las más prometedoras es el uso de la minería de datos en el entorno hídrico. La minería de datos, según especifican en la guía digital de 1and1, “se utiliza para gestionar los datos e identificar las posibles tendencias y los patrones más significativos”. Por ejemplo, se puede utilizar para predecir la demanda futura de agua de una ciudad, detectar fugas en tuberías en tiempo real o saber cuándo es más adecuado regar o plantar un cultivo determinado, de la manera más eficiente posible dependiendo de la climatología u otros factores.

La sequía, uno de los grandes males del siglo.

La sequía, uno de los grandes males del siglo.

Otra técnica, que resultó tan llamativa como exitosa fue la utilizada en el estado de California durante 2015, cuando atravesaba una de las peores sequías de su historia. Los embalses que daban suministro de agua a la ciudad de Los Ángeles fueron cubiertos por millones de bolas negras de polietileno de unos 10 cm de diámetro. El propósito de tal excéntrica iniciativa era proteger el agua de la exposición al sol y evitar su evaporación, lo cual funcionó bastante bien y se evitó que bastante de esta agua pasara a estado gaseoso.

Pero no menos llamativo es este proyecto llamado ‘Grassroots Cactivism’, también propuesto en California, que ofrece una solución a la sequía bastante novedosa. Se trata de plantar un tipo de cactus, el nopal en concreto, en zonas áridas tanto para purificar el agua como para conseguir alimento para humanos y ganado.

No obstante, a pesar de que los nuevos avances nos traigan soluciones cada vez más eficientes para controlar la recolección, consumo y reciclaje del agua, una de las armas más importantes continuará siendo la concienciación. De hecho, la educación ambiental, cuyo día es el 26 de enero, debería estar en las agendas de todos los gobiernos para que todos los ciudadanos aprendan a vivir de una manera sostenible para el planeta.