China quiere incorporar una serie de cañones de niebla en las ciudades para minimizar los efectos de la contaminación.
“Hay tanta contaminación en el aire que si no fuese por nuestros pulmones, no habría lugar para colocarla”, esta cita de Orben tiene mucho que ver actualmente con la situación por la que está atravesando China. Los altos niveles de dióxido de carbono están acarreando graves consecuencias medioambientales y sanitarias.
La mala calidad del aire es fruto del abusivo uso de automóviles y el humo de los combustibles que se inhalan de las plantas de energía. El alto desarrollo económico que ha ido experimentando, hace que la inversión, la industria y las infraestructuras se hayan disparado en el país. Con dicho desarrollo, se ha alterado el consumo de energía y las fuerte dependencias hacia carbón y los combustibles fósiles.
La masiva industrialización del país, está acabando con el oxígeno que proporciona el medio ambiente. Además, la población se está quedando con el núcleo urbano como única alternativa, optando por un uso masivo del transporte y del sector industrial, en detrimento con el sector servicios.
Cañones de niebla que atrapan la contaminación
Para optar por un aire un poco menos perjudicial, China ha elegido incorporar cañones de niebla en algunas de sus calles. Este método crea diversas partículas en suspensión y, a través de unas turbinas nebulizan un caudal de agua y lo proyectan al aire.
Con esta iniciativa se pretende que las diminutas gotas de agua desprendidas de la niebla producida, se junten con las partículas contaminantes y no puedan ser respiradas.
Las consecuencias del mal estado del aire, producen en la población serios efectos. Uno de los más acusados fue en el año 2010, cuando la República Popular de China experimentó alrededor de 1,2 millones de muertes prematuras a causa de la calidad del aire. Esta problemática puede seguir aumentando si no se pone freno, llegando a duplicar la cifra de mortandad en el año 2050.
Una cifra que no es nada sorprendente si sabemos que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha cifrado como fuera de índice los niveles de Beijing por superar los 800 microgramos de partículas en el aire. Es por ello que permanecer en casa, cerrar fábricas y reducir el uso de vehículos fue más que recomendable.
Parece ser que la poca concienciación que existía en el país acerca del medio ambiente y sus consecuencias sanitarias, ha cambiado. La alerta roja emitida en la ciudad de Pekín por la alta cantidad de humo ha hecho reaccionar al país en el que mucha parte de la población ya compra aire fresco en latas. Un aire que se recolecta de provincias y regiones chinas con poca contaminación.
China se convierte así en otra batalla ganada por globalización frente al medio ambiente. Los cañones de niebla para disipar la contaminación y el uso de aire limpio en botes de cristal, crean un mundo cada vez más artificial.
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