El mundo natural se encuentra manipulado constantemente, tal es el caso que, a partir de 2016, China tendrá su propio centro de clonación animal. Un centro que contará con un almacén de genes para crear alrededor de 100 mil embriones de ganado ovino. Cifra un tanto escandalosa si atendemos a que este proceso es una alteración éticamente cuestionable.

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Esta noticia continua corroborando el trato injusto e inferior que la sociedad le sigue dando a los seres no humanos. El nacimiento, la creación de un ser, su gestación y su cuidado se ve sustituido por un proceso científico ajeno a todo tipo de afecto y con el único fin de aumentar  la producción de carne para el mercado de consumo.

A pesar de que en el año 2000, la República Popular de China mantenía normas que restringían la comercialización de los primeros clones de ovejas, reses y cerdos que se realizaron para investigación, en el año 2014, este país firmo la primera compañía de clonación en el Este asiático. Ahora, a partir de  2016 clonará animales de “consumo”, además de perros y caballos de carreras, una práctica que posiciona a los seres no humanos como mercancía y negocio para la sociedad.

Aunque las legislaciones sobre protección animal no sean lo suficientemente sólidas en Occidente, el Parlamento Europeo ha prohibido el uso de animales clonados, así como su distribución dentro del territorio europeo. Esta norma, se posiciona contraria respecto a los que defienden que la carne y los productos de origen animal provenientes de clones no presentan diferencias con los animales criados de modo convencional.

La clonación de mascotas o cualquier ser no humano se va posicionando así como una práctica necesaria para aquellos ganaderos que compiten por un mercado de exportación cada vez mayor para aumentar sus beneficios, dejando en último lugar el bienestar y la dignidad de los animales, desterrando su libertad reproductiva.

Si la práctica de la clonación humana se presentara como legal dentro de nuestro sistema seguramente habría posturas más opuestas a ella. Aun así, en el caso de los animales, es una ejercicio éticamente cuestionable, puesto que cada criatura (sea de la especie que sea) es más que una representación de su ADN.