Otra de las fatales consecuencias del calentamiento global ya ha sido constatada por los científicos.  Varios equipos de expertos provenientes del Departamento de Ciencia de la Universidad de Arizona han concretado esta realidad en un trabajo publicado y dirigido por Kathleen Compton, Richard Bennett, además de Sigrun Hreinsdottir de GNS Science en Avalon, Nueva Zelanda.

Algunos sitios en el centro y sur de Islandia, la corteza terrestre se está moviendo hacia arriba hasta 1.4 centímetros por año, una velocidad que sorprendió a los investigadores.

«El actual y rápido levantamiento de la corteza de Islandia es el resultado del deshielo acelerado de los glaciares de la isla, y coincide con el inicio del calentamiento que comenzó hace unos 30″ años, explican los científicos.

Islandia se eleva a causa del deshielo acelerado, el único lugar de la tierra en el que ya está constatado

«Islandia es el primer lugar donde podemos decir que la elevación acelerada significa la pérdida de masa de hielo acelerado», afirma Bennett. Los geólogos han constatado desde hace mucho tiempo que a medida que los glaciares se derriten y se vuelven más ligeros, la Tierra se recupera y eleva por el descenso del hielo. Los registros de temperatura para Islandia, algunos de las cuales se remontan a 1800, muestran temperaturas crecientes desde 1980.

Para averiguar la rapidez con la corteza se mueve hacia arriba, el equipo utilizó una red de 62 receptores de satélite de posicionamiento global fijados a las rocas a lo largo de Islandia. Mediante el seguimiento de la posición de los receptores GPS año tras año, los científicos han podido «ver» como las rocas se mueven y han podido calcular lo lejos que han viajado, esta técnica se llama Geodesia.

El equipo utilizó principalmente la red de Geodesia para rastrear la actividad geológica, como los terremotos y las erupciones volcánicas.

Además, otros científicos han estimado que el rebrote de la corteza de Islandia y de la pérdida de hielo inducida por el calentamiento global, podría aumentar la frecuencia de las erupciones volcánicas, como la erupción de 2010 del Eyjafjallajökull, que tuvo consecuencias económicas negativas en todo el mundo.