Bajo el lema “Humedales para nuestro futuro”, el próximo 2 de febrero se celebra una nueva edición del Día Mundial de los Humedales. La principal motivación de esta fecha es comunicar la importancia de unas áreas vitales para el suministro de agua y alimentos, la captura de carbono y la conservación de la biodiversidad.

Día Mundial de los Humedales 2015

Un humedal puede abarcar desde una superficie de menos de una hectárea, que está cubierta de agua de forma estacional, hasta El Pantanal, el más grande del mundo, una gigantesca llanura aluvial situada, en su mayor parte, en Brasil, pero que también alcanza territorio de Bolivia y Paraguay. La característica común es la utilidad.

Independientemente del tamaño, un humedal es una fuente de agua dulce, tanto para personas como para animales, que contribuye enormemente a mantener la biodiversidad. Y no solo en cuanto a especies acuáticas: en ellos se detienen las aves migratorias para tomarse un respiro durante sus largos viajes y a su alrededor se organiza la vida animal terrestre.

Otra virtud de los humedales es que nos proporcionan alimentos. Se estima que más de 61 millones de personas en todo el mundo dependen directamente de la pesca, tanto en humedades naturales como artificiales (acuicultura). Entre estos últimos también están incluidos los arrozales. Este cereal es el alimento básico de cerca de 3.000 millones de personas en todo el planeta y su cultivo está inevitablemente asociado al agua.

Garza

Las turberas son un importante almacén de carbono. Este hecho puede no resultar especialmente relevante, pero cobra importancia cuando un humedal es desecado para destinarlo a otro uso, como la agricultura. Entonces, las turberas se convierten en fuente emisora de CO2, pudiendo alcanzar el 10% anual de las emisiones derivadas de combustibles fósiles, un aporte significativo en un momento crítico en que la reducción de emisiones es innegociable.

Por todos estos motivos, es inconcebible un futuro próspero sin humedales. Desgraciadamente, la tendencia no es positiva, ya que hemos perdido el 64% de los humedales que existían en el planeta en 1900, el 87% si contamos desde dos siglos antes. Los motivos de esta pérdida son los cambios de uso del suelo, en favor de la agricultura, el pastoreo o las infraestructuras, el agotamiento del recurso principal (el agua) y la contaminación.

humedales

La mayor parte de estas pérdidas se han producido en Europa, donde tenemos muchos casos que analizar. En España, los principales humedales de la Península Ibérica no han escapado a esta tendencia. En las Tablas de Daimiel, se ha logrado una cierta recuperación de la superficie inundada en los últimos años, pero no termina de conseguir el efecto deseado. Además, el riesgo de sufrir otros problemas, como vertidos tóxicos, siempre existe.

El otro gran humedal de referencia en España, el Parque Nacional de Doñana, también está amenazado. El principal problema a que se enfrenta en la actualidad es el regadío ilegal en sus inmediaciones, que hace bajar el nivel de agua del acuífero, poniendo en peligro la integridad del humedal. Sin olvidar el riesgo de que puedan volver a producirse sucesos tan graves como el desastre de Aznalcóllar de 1998.

No es solo por los recursos que nos proporcionan en forma de agua y alimentos, también por la riqueza natural que atraen a su alrededor (aves, animales terrestres, vegetación… vida) y las importantes funciones que cumplen, como almacenar carbono. Los humedales son una pieza fundamental en el engranaje del planeta y hay que cuidarlos y valorarlos como tal.