Se llama Pantalones y es un olmo de más de doscientos años que vive en el Real Jardín Botánico de Madrid o, al menos, lo intenta, ya que actualmente está luchando contra la grafiosis, una enfermedad provocada por un hongo, que padece desde el pasado mayo. Científicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) intentan salvarlo.

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El 17 de mayo de 2014 se detectó en Pantalones esta enfermedad de origen fúngico que es transmitida por un escarabajo, Scolytus scolytus, que, sin la menor intención, ha ido acabando con todos los olmos viejos de la Península Ibérica. El emblemático ejemplar madrileño, incluido en el Catálogo Regional de Árboles Singulares de la Comunidad de Madrid, tiene aproximadamente 225 años y recibe su nombre por la forma característica de sus ramas principales.

Jesús Muñoz, director del Real Jardín Botánico, explica que están tratando a Pantalones “con todo el cariño, dedicación y medios con los que contamos”. Una de las primeras medidas es la poda de las ramas afectadas, “para evitar que el hongo se transmita, a través de los vasos, hacia abajo”, según Mariano Sánchez, técnico del CSIC, jefe de la Unidad de Horticultura y conservador del Jardín.

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En cuanto al tratamiento, no es posible acabar con el hongo, pero sí controlarlo con un fungicida. Cada olmo enfermo puede suponer entre 3.000 y 5.000 euros anuales, por eso solo se intentan salvar los ejemplares singulares. El resto de los afectados se han ido talando desde 1985, cuando aparecieron los primeros casos.

El hongo culpable de esta enfermedad pertenece al género Ophiostoma. El que ataca a este árbol singular es la especie más virulenta de las posibles, Ophiostoma novo-ulmi, que ha sido identificada gracias a pruebas de ADN. El escarabajo transmisor lo transporta en las púas que tiene en las patas traseras, desde los ejemplares enfermos a los sanos. Estos insectos pueden volar hasta tres kilómetros con el hongo encima.

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El escarabajo Scolytus scolytus suele ir a las axilas y entrenudos de los olmos más viejos, ya que detecta que son más débiles, para perforar y dejar ahí la espora. Esta germina y el micelio empieza a crecer hasta llegar al xilema, que es por donde el árbol absorbe el agua y los nutrientes. La mayor complicación se da cuando el hongo se distribuye por el floema, canal de bajada de nutrientes, ya que así se extiende por todo el árbol y puede matarlo en una semana.

En las últimas décadas, los olmos más antiguos de la Península Ibérica han ido desapareciendo, afectados por una enfermedad que Pantalones ha esquivado hasta ahora. No obstante, existen olmedas que tienen entre 20 y 30 años de edad, con ejemplares que han ido naciendo como retoños sanos de las raíces de los árboles muertos por la grafiosis.

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En el caso de este singular espécimen, se han tomado las medidas necesarias para garantizar su pervivencia o, al menos, su legado. Hace dos años se clonaron cuatro ejemplares que ya superan el metro de altura y viven en el Jardín. Pantalones ya tiene también todo preparado para poder ser clonado y que su genotipo pueda ser conservado en el Real Jardín Botánico de Madrid.