La mayoría de los españoles desconocemos la alta contaminación de nuestros ríos más emblemáticos. Nuestra desinformación viene causada, porque desde el gobierno no se ha querido dar una alarma social que realmente tiene el punto de mira en las industrias, que lejos de ir encauzando el tema por otros derroteros, siguen vertiendo tóxicos a unos niveles muy perjudiciales para la salud de los seres vivos. Una alarma social que estaría más que justificada, cuando según varios informes de las asociaciones ecologistas y del CSIC, cerca de un 80% de los torrentes españoles se encuentran contaminados.
Entre nuestros más notables ríos, que sobresalen porque sus aguas se encuentran en un deplorable estado, están: el Segura, el Ebro, el Guadiana, el Tajo y muchos de sus afluentes.
Cloro, mercurio, sustancias radioactivas, son algunos de los “tesoros escondidos” que arrastran.
Viene sucediendo desde el boom de los años 80 de las industrias químicas, en las que como no existía ninguna legislación se dejaba hacer y deshacer sin que nadie supiese nada y nadie se interesase en las consecuencias de esta falta de control por parte de la Administración.
Y en la actualidad aunque existe, al parecer, un mayor control, la depuración es insuficiente. Fertilizantes y pesticidas que dejan las aguas llenas de amonio, nitratos y fosfatos como ocurre en el tramo extremeño del Guadiana, y cuyas consecuencias son, que determinados embalses se hayan ido convirtiendo en “pozos negros”.
Un vídeo del programa Salvados que presenta Jordi Évole en la Sexta nos acerca aún más a la realidad de nuestros ríos:
El río Tinto en Huelva, hace honor a su nombre, y ya no se pueden apreciar sus aguas cristalinas, más bien lo contrario, viene tan cargado de contaminantes químicos que sus aguas figuran entre las que acumulan más millones de toneladas de vertidos tóxicos, y por supuesto por encima de los límites “normales” o permitidos.
A estas características intrínsecas de cada río, se suman el auge de las especies invasoras en la práctica totalidad del territorio español, las alteraciones del cauce (demasiados embalses), el entorno natural degradado, el abuso por parte de la industria agrícola del regadío, la minería o el propio desarrollo urbanístico.
Todas estas son las principales causas de la destrucción de nuestros ríos, y hay algunos ríos que ya se les considera “muertos”. Pero todavía tenemos la esperanza de que a los que se les considera “vivos”, sigan así; algunos son: el Matarraña en Teruel, el Sorbe en Guadalajara, el Genal en Málaga o la Garganta de Santa María en Ávila.
Y lo peor de todo es que hay personas que siguen pescando en ellos y cultivando la tierra con sus aguas, y luego se comen lo que de ellas se saca. Alguien debería poner fin a esta desgracia colectiva que todos estamos padeciendo.
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