En 1960, David Latimer, un aficionado a las plantas, quiso saber cuánto tiempo eran capaces las plantas de soportar sin los cuidados básicos, tales como el riego. 53 años más tarde la planta, una tradescantia, sigue viva.

La última que la regó antes de sellarla herméticamente en una botella de vidrio fue en 1972. Ahora, 41 años después, la planta ocupa prácticamente toda la botella y tiene una apariencia sana. El “truco” de su crecimiento, es que al estar cerca de una ventana, recibe luz natural, por lo que realiza la fotosíntesis de manera normal, nutriéndose de las bacterias que sobreviven en el fondo y absorbiendo el agua que se genera por la condensación de la humedad.

Así pues, la planta ha creado su propio ecosistema en miniatura.

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Fuente: Yo reciclo Vidrio