En nuestro modelo económico capitalista actual está establecido que para prosperar hay que consumir. Cuanto más se consuma, más riqueza produce y por lo tanto las empresas prosperan en una espiral que produce más empleos, y prosperidad que se traduce en más capacidad de adquirir más bienes que vuelven a producir más riqueza, pero…
Lo que no nos dijeron, o no querían decírnoslo, es que este modelo no es sustentable en el tiempo. Toda esta espiral consumista lleva a que muchas personas se endeuden para obtener más bienes y servicios y, como todos sabemos, el acto de endeudarse es el ser del sistema financiero porque su principal activo está formado por deudas que otras personas jurídicas o físicas tienen con él. Sin embargo, en el momento que aparecen gigantescos agujeros en dichos activos por las “valoraciones tóxicas”, por ejemplo, especulación, hundimiento de los precios inmobiliarios, o la morosidad, es cuando se produce una crisis financiera y su efecto dominó en la mayoría de los sectores económicos.
La crisis actual ha tenido un efecto tsunami y el paisaje resultante no es nada alentador ya que nos encontramos con un sector financiero con los balances desequilibrados, con familias que acumulan grandes niveles de deuda fundamentalmente por la adquisición de inmuebles o con una merma importante de sus ingresos por la caída del empleo, con empresas vulnerables por su endeudamiento excesivo enfrentadas a las restricciones de las fuentes de crédito y a los impagos, y con el Estado cuyos presupuestos dependen de la marcha de la economía y el estado de su deuda está, en cierta medida, sustentada en el estímulo del consumo. Un tsunami que ha evidenciado el hecho de que nos habíamos acostumbrado a vivir por encima de nuestras posibilidades y apunta que, a partir de ahora, toca asumir la cruda realidad y abordar profundas transformaciones, sobre todo, en la forma en la que consumimos.
Una alternativa sostenible
Todo apunta que esta transformación pasa por el impulso de un consumo más responsable y más sostenible que nos aporte gran valor a cada uno. Un consumo en el que se posea menos y se comparta más, es decir, un consumo colaborativo.
El consumo colaborativo es uno de los fenómenos más interesantes del movimiento medioambiental de los últimos años. Es una tendencia en expansión, ya no es necesario comprar para acceder a un producto o a un servicio.
Según Wikipedia, El término consumo colaborativo se refiere al cambio cultural y económico en los hábitos de consumo marcado por la migración de un escenario de consumismo individualizado hacia nuevos modelos de intercambio, uso compartido, trueque o alquiler, potenciados por los medios sociales y las plataformas peer-to-peer.
Gracias a los medios que nos proporciona la Sociedad 2.0 podemos contactar con miles de usuarios con tus mismas necesidades o necesidades complementarias, con capacidad para “compartir”, alquilar o prestar bienes que siguen manteniendo su valor y, por lo tanto, lo importante no es la propiedad de dichos bienes sino el uso que hacemos de ellos.
Servicios de alquiler de autos, ropa y objetos de todo tipo, trueque de persona a persona, préstamos temporales, y el regalo de cosas en desuso por medio de redes como Freecycle están apuntando hacia un nuevo tipo de sociedad colaborativa por medio de la conexión y la tecnología a través de las Redes Sociales.
La escritora y consultora Rachel Botsman y el emprendedor Roo Rogers estuvieron observando estos fenómenos y han escrito un libro llamando al movimiento ‘Consumo colaborativo’ (Collaborative consumption).
Esto no es nuevo, la historia nos recuerda que ya en la Baja Edad Media europea los artesanos y productores agrícolas intercambiaban productos entre sí sin la necesidad de dinero (Trueque). Estas tendencias se han perdido con la aparición del capitalismo, el dinero y el paradigma de la acumulación, estas prácticas están siendo rescatadas en este momento y potenciadas con las posibilidades que abre Internet.
Actualmente esta tendencia está teniendo importantes iniciativas empresariales como el modelo de CarSharing. El “Car Sharing” o coche compartido es una opción de la movilidad inteligente o sostenible; posibilita utilizar el automóvil sólo cuando sea estrictamente imprescindible, sin necesidad de ser el propietario del mismo. Se estima que para el 2015 el mercado del car sharing tendrá un valor de 12.5 mil millones dólares.
Actualmente el “carsharing” no está muy arraigado en España, pero en Europa gobiernos como el suizo, alemán, francés o italiano apoyan esta iniciativa de una forma clara, porque han entendido que el carsharing ahorra energía, incrementa el uso del transporte público, ahorra aparcamiento y contribuye al desarrollo sostenible de las comunidades locales, generando además un empleo abundante y estable.
El viaje en coche compartido en España se ofrece a un nivel más amplio de la mano de diversos agentes como por ejemplo: comuto, conduzco o amovens entre otras.
Aparte del Car Sharing existe otra posibilidad para compartir trayectos comunes o “car pooling”. Se trata de ponerse en contacto con personas que deseen realizar el mismo trayecto para llenar bien el coche y amortizar el viaje, tanto económica como ecológicamente. La web de Viajamosjuntos facilita un buscador para encontrar coche o pasajeros para realizar un desplazamiento.
Algunos ejemplos de plataformas exitosas basadas en la economía de compartir son el servicio de alquiler de autos Zipcar, en el que las personas rentan autos a otras personas que no los usan por horas.
Otra plataforma que ofrece la posibilidad de tomar prestado un objeto es Ecomodo. Otros sitios como Swap.com permiten intercambiar un objeto por otro con personas que tienen cosas en desuso. Y como éstos, hay miles de nuevos ejemplos cada día.
El objeto o el bien de consumo tiene ahora una implicación socio-cultural que excede el mero acto de consumo. Las 4 ó 5 R’s: “Reducir, reusar, reciclar, reparar, y redistribuir” es la filosofía que está detrás del consumo colaborativo. Tal vez, persuasión sea menos importante que amortización. Estirar el ciclo de vida del producto para evitar el derroche resulta clave en un paradigma dónde compartir vale más que poseer.
Fuente:
Tudiscovery.com
www.plusnone.com
www.oxygen-consulting.co.uk/docs/collaborative-consumption.pdf [ENG]
Shareable.net [ENG]
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