Parece ser, según algunos científicos, que el CO2 no provoca el cambio climático. Ni, por supuesto, el calentamiento global. Numerosas voces discordantes han dado la voz de alarma hace años sobre esta cuestión.
Los científicos no acaban de ponerse de acuerdo sobre ello, pero es que la ciencia es así. Llena de contradicciones y de puntos de vista, como la propia vida.
Desde nuestro espacio digital entendemos ese dilema, y por lo tanto, debemos ofrecer a nuestros lectores todas y cada una de las distintas explicaciones y perspectivas.
Eras glaciares e interglaciares
Sí, la vida en el planeta Tierra ha tenido distintos periodos glaciares, es decir, fríos, e interglaciares, cálidos. Estos últimos, según las distintas investigaciones y mediciones realizadas, han sido mucho más calurosos que el actual.

La actividad solar tiende a enfriarse, según algunos investigadores.
Ahora nos encontraríamos en una etapa de enfriamiento, aunque nuestra memoria humana no permite saberlo. El sol se haya sumido en una menor actividad. ¡No vivimos tanto como para darnos cuenta de ese cambio de temperatura!
La clave está en la estratigrafía
Después de la última glaciación, hace alrededor de 10.000 años, comenzó una era que se podía denominar de «clima óptimo». Estas palabras son las que repite de forma constante el doctor Luis Pomar, excatedrático emérito de Estratigrafía de la Universidad de las Islas Balears, a todos aquellos que se le acercan a preguntar sobre el dichoso cambio climático.
Ese miedo, esa angustia, ese omnia mea culpa est, que los humanos no hemos echado a la espalda, parece que no tiene una razón de ser con mucho peso.
Y quien lo dice no es precisamente, un recién llegado, sino un doctor que ha sido galadonado con la Medalla Sorby de la International Association of Sedimentologists.
La IAS es una asociación científica internacional que cuenta con más de 2.000 miembros de 100 países aproximadamente, y corresponsales nacionales en más de 50 países.
Este galardón es la distinción más importante que se otorga en esta disciplina. Son elegibles para recibir la Medalla Sorby, denominada así en honor de H. C. Sorby (1826-1908), científico prominente de la Sedimentología.
Los nominados se juzgan sobre la base del apoyo de otros científicos de renombre, sus publicaciones, la diversidad de la investigación, y la importancia de sus aportaciones.
Más relevante es el hecho que esta distinción se otorga únicamente cada cuatro años, lo que destaca la importancia de este premio.
El doctor Lluís Pomar será el onceavo medallista y el primer científico no anglosajón que ha obtenido la medalla. Con este galardón han sido distinguidos sedimentólogos de máximo prestigio como Pettijhon, Folk, Bathrust, Allen, Ginsburg o Noel James, todos ellos considerados los «padres» de la Geología Sedimentaria.
Se trata de un investigador ha dado su vida precisamente a la investigación de los sedimentos, esos materiales en donde se refleja absolutamente todo lo que ha sucedido en el planeta a lo largo de los milenios.
La evolución de los climas se puede saber mediante su estudio. Por eso, Pomar no duda en explicar que no hay correlación entre la subida de la temperatura y el CO2. Hay ocasiones en que baja la temperatura y el CO2 va al alza.

Los estratos son la historia del planeta fosilizada.
Todos sabemos que Al Gore, dijo todo lo contrario. La correlación que él mostraba estaba invertida en causa y efecto. El calentamiento se adelanta a la concentración de CO2 y no al revés.
Parece ser, según se desprende de sus palabras, que el cambio climático no depende tanto del ser humano, como se pensaba. Pero ahora, nos damos de bruces con los intentos de regular la energía y los combustibles fósiles para los ciudadanos. ¿Cómo se explica uno esto?
Las voces científicas discordantes abogan a que la política tiene demasiado peso, como para dejarse llevar por razones científicas que puedan interferir en los propios intereses económicos de aquellos que manejan los hilos.
Se busca la independencia energética del mundo occidental, la independencia de los combustibles fósiles, por la simple razón de que una cuarta parte del petróleo que se consume tiene que pasar obligatoriamente por el estrecho de Ormuz, estando más de la mitad de las reservas de petróleo del mundo en el Golfo Pérsico.
Lui Pomar recuerda que «el clima ha cambiado siempre y lo ha hecho sin nuestra intervención». Puedes leer la entrevista completa al doctor Luis Pomar aquí.
Manifiesto de los científicos italianos
En la misma línea, 83 científicos italianos, junto con otros ciudadanos, divulgaron en el año 2019 un manifiesto en contra de las barbaridades que se están publicando abanderando la causa del cambio climático. Se trata de una carta a los políticos italianos titulada «El clima, una petición contra la corriente».
En este escrito se puede leer que la responsabilidad antropogénica del cambio climático observado en el último siglo es, por lo tanto, excesivamente exagerada y los pronósticos catastróficos no son realistas.
Continúa esclareciendo que el clima es el sistema más complejo de nuestro planeta, por lo que debemos abordarlo con métodos apropiados que se adapten a su nivel de complejidad.

Según algunas teorías científicas, vamos hacia una fase de enfriamiento.
Los modelos de simulación del clima no reproducen la variabilidad natural del clima y, en particular, no reconstituyen los períodos cálidos de los últimos 10,000 años.
Además, los modelos no logran reproducir las oscilaciones climáticas bien conocidas de periodo de unos 60 años. Estas fueron responsables de un período de calentamiento (1850-1880) seguido de uno de enfriamiento (1880-1910), y posteriormente de un período de calentamiento (1910-1940), su un período de enfriamiento (1940-70) y de un nuevo período de calentamiento (1970-2000) similar al observado hace 60 años.
Para finalmente aclarar que, los medios de comunicación también dicen que los eventos extremos, como los huracanes y los ciclones, han aumentado de manera alarmante. ¡No! Estos eventos, como muchos sistemas climáticos, están modulados por el ciclo de 60 años que se acaba de mencionar.
La naturaleza es, por tanto, la encargada de esos cambios. Estos modelos que nos han colocado sobre la mesa, sobrestiman la contribución antropogénica y subestiman la variabilidad climática natural, especialmente la inducida por el sol, la luna y las oscilaciones oceánicas.
LOS MODELOS INFORMÁTICOS SON UNA PETICIÓN DE PRINCIPIO PARA APAÑAR UN ACIENTÍFICO «CONSENSO», DESPRECIANDO LAS VARIACIONES SOLARES. ¿ACASO LO PREPONDERANTE EL ÚLTIMO MILLÓN DE AÑOS NO FUE UNA GLACIACIÓN QUE SE RETRASA? SI «SE ENDEREZARA» EL EJE TERRESTRE, LOS RAYOS INCIDIRÍAN DE REFILÓN SOBRE LOS HIELOS ÁRTICOS, AMÉN DE QUE UNA ÓRBITA «CIRCULAR» CARECERÍA DE PERIHELIO QUE LOS MANTUVIESE A RAYA. CONTANDO UN MILENIO DESDE QUE COINCIDIERON ESTE ÚLTIMO Y EL SOLSTICIO DE INVIERNO, PERIODO INVERTIDO POR LOS OCÉANOS EN DISOLVER EL GAS CARBÓNICO, SE AVECINA AQUELLA EN POCO MÁS DE DOS SIGLOS.
QUIENES OFENDEN A LA MINORÍA INTELIGENTE MEJOR HARÍAN DESARROLLANDO TRABAJOS DE FUERZA BRUTA.