Oslo, la capital de Noruega, es la ciudad ganadora como Capital Verde Europea del 2019. Un título bien merecido, ya que tiene una ambiciosa política medioambiental en la que se conjuga a la perfección el desarrollo de la ciudad y su habitantes, y su huella de carbono. Rozando los 660.000 habitantes, Oslo es una urbe enclavada en un entorno fabuloso con un bosque protegido denominado Marka, y un fiordo que conecta fluvialmente con el bosque.
El río Akerselva es otro de sus puntos fuertes para el turismo. Sus famosas cataratas y sus ocho kilómetros de recorrido dan para mucho, entre otras cosas para poder observar multitud de aves, cangrejos o ranas, además de la vegetación de rivera.
El transporte público es rápido y seguro, se han construido nuevos puntos de acceso en los barrios recientemente levantados. Se ha incentivado su uso bajando el precio del billete, ampliando horarios y con una mayor fluidez del servicio. El resultado es que, entre 2005 y 2015, el público que prefirió usar el transporte público aumentó del 21 a 32%, mientras que la cuota de automóviles disminuyó de 45 a 34%. Con este gran paso, Oslo ha logrado reducciones sustanciales de emisiones emitidas a la atmósfera.
El centro de la ciudad estará cerrado al tráfico al fin del año 2019, por lo que la única forma para llegar es vía transporte público o bicicleta. Para ello se ha puesto en marcha 60 kilómetros de carril bici.
Su gestión y separación de residuos a partir de alimentos y aguas residuales municipales, ha supuesto que la utilización de biogás como combustible en 42 camiones de basura (100%) y 150 autobuses (1204 autobuses en total), reduzca la contaminación que con anterioridad existía.
Se ha incentivado la compra de vehículos eléctricos dando muchas facilidades para los ciudadanos: como su compra sin impuestos, estacionamiento gratuito, exención del peaje en carretera, acceso al carril bus, electricidad gratis para su recarga o transporte gratuito en los ferries. Aumentando hasta 2.000, el número de espacios destinados a la recarga. Las ciudades más grandes de Noruega se han llenado de coches eléctricos, según las últimas estadísticas. Noruega se alza con el primer puesto como mercado masivo de vehículos eléctricos del mundo.
Ahí no queda la cuestión, Oslo ha propuesto un plan para vehículos y maquinaria de construcción con cero emisiones. Otra medidas relativas a las construcciones han marcado un antes y un después. En el 2008, el Concejo Municipal decidió eliminar la calefacción a base de aceite en todos los edificios municipales para el año 2012. 180 edificios municipales se han convertido en edificios que funcionan con energía renovable, y las emisiones se han reducido de aproximadamente 7.200 toneladas de CO2 en 2009, a 600 toneladas de CO2 en 2015.
En cuanto a la forma de calentar los edificios, Oslo ha realizado un cambio drástico: las principales fuentes de energía que se usan en la calefacción son los residuos (59%), la electricidad flexible (27%) y las aguas residuales para bombas de calor (10%). En 2015, solo el 1,3% de la energía utilizada en la calefacción urbana fue con petróleo / gas emitiendo 3700 toneladas de CO2.
Otra de las principales inversiones de la ciudad, ha sido en ampliar los espacios verdes. Los parques y otras áreas verdes brindan a los residentes la posibilidad de escapar de la ajetreada y ruidosa vida urbana. De 2005 a 2014 se gastaron 45,7 millones de euros en mejoras de áreas verdes. Mucho de los proyectos fueron co-diseñados con los residentes locales. Oslo tiene alrededor de 220 kilómetros de senderos en zonas verdes dentro de la zona construida.
Noruega tiene cientos de años de historia en el uso de tejados verdes en pequeños edificios de madera. Hace 15 años los techos verdes extensos se hicieron más comunes, también en entornos urbanos. Representan un área total de techo de 271.000 metros cuadrados, con 140.000 metros cuadrados cubiertos de plantas. A esto se le suma la creación de huertos urbanos en distintas parcelas, tanto para los escolares como para colaboración ciudadana, incluyendo prados de flores, colmenas y hoteles para insectos.
En definitiva, Oslo será una de las ciudades europeas a las que tener en cuenta si se busca un lugar ecofriendly en el que disfrutar de su cultura, arquitectura y su ambiente distendido y abierto. No te puedes perder el alternativo barrio de Sagene, situado al Este; o el de Grünerlokka, para los artistas.
Además, es posible que a Oslo le conceda Innovation Norway la certificación Destino Sostenible, por lo que su atractivo turístico será mucho mayor.
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