Quien dijo que la energía es un bien común esencial e indispensable para todos y para todas, no contó con las desigualdades sociales. Cada vez más, la energía se está convirtiendo en un recurso inalcanzable para las familias con bajos recursos económicos. No poder hacer frente al pago de los suministros y mantener una temperatura por debajo de los niveles normales, genera una precariedad energética de la que preocuparse. Según la Asociación de Ciencias Ambientales (ACA), las familias destinan más de un 15% de sus ingresos al pago de las facturas energéticas.

La pobreza energética cada vez afecta a más familias.
Una desigualdad que cada vez se hace más grande
Pasar frío en invierno, calor durante la época estival o carecer de la suficiente agua caliente o iluminación, son síntomas de que en el hogar se están produciendo carencias de energía. En la mayoría de los casos, esta problemática se origina por el bajo nivel de renta familiar sumado a las altas tasas del precio de la electricidad que a lo largo de los años han ido ascendiendo.
Este tema parece muy utópico por la insuficiente información, pero no tiene nada de irreal cuando nos encontramos con la alarmante cifra del año 2014 donde un 11% de los hogares españoles eran incapaces de mantener temperaturas adecuadas. Esto se traduce en 51,1 millones de personas. Sobre estos datos, recogidos por la ACA, no se han conocido otras cifras de mejora, sino al contrario, se han comprendido nuevos casos.
Seguramente, al pensar en la palabra hogar se nos viene a la mente una casa reconfortante, en la que habitamos, lo más cercano al confort. Imaginémonos lo duro que tiene que ser para muchas personas no estar a gusto en sus propias casas y tener que pasar igual de frío dentro que fuera de ellas, puesto que no pueden a hacer frente a los pagos para conseguir una temperatura adecuada. Es un problema bastante importante a la vez que influyente en el estado de salud de las personas que allí habitan.

Los pocos recursos económicos hacen que sea imposible acceder a la energía.
Esta problemática crea una nueva preferencia social a solucionar. Debería trabajarse para apoyar y resolver dicho inconveniente. Entre las soluciones, se pueden barajar el establecimiento de un suministro básico a aquellas personas que encuentren dificultades para acceder a él; la creación de un bono social que garantice abastecimiento de gas y electricidad, así como reformas en las políticas de financiación, entre otros aspectos.
Buscar soluciones frente a la pobreza energética es querer conseguir que toda la población sea capaz de pagar una cantidad de energía suficiente para que sus necesidades domésticas estén cubiertas. Alcanzar calefacción, agua caliente, luz y gas para todos y para todas es un trabajo más que necesario en una sociedad designada como igualitaria. No sólo se debe quedar en la teoría, sino que también debemos actuar para que la palabra igualdad y la palabra derechos sean verídicos.

Nuestros políticos deberían poner medidas frente a esta precaria situación.
Todos los días, y todos los segundos de nuestra vida, estamos opinando, en cuanto al medio ambiente se refiere, de manera distinta a como obramos. Queremos tener aire acondicionado, calefacción, etc., a cada momento que lo necesitamos. No reparamos en gastos, nos da igual. Usamos coche todos los días, el avión (queremos ir a un país precioso a ver pájaros, o ver esas montañas imponentes), usamos …….LO QUE MAS CONTAMINA.
Está claro que existen personas en exclusión social que no pueden pagar, ni una triste bombona de butano para hacerse la comida. Cuanto menos calentarse. Pero este problema tiene solución, aplicando y exigiendo que se aplique una justa política. Pero el otro problema, el de fondo del consumismo irresponsable, ES ALTAMENTE IMPROBABLE que lo solucionemos. Somos hipócritas los humanos. Reflexiona sobre ello. Y muy gustoso e abrir un debate contigo, y con la sociedad, que es la que está degradando este Planeta.
Saludos.
Me gustaría que me explicara la hipocresia que usted ve en este artículo, cuando estoy denunciando situaciones precariarias para mejorar la vida de los demás. Si no lo ve así, podemos abrir un debate y discutir sobre soluciones alternativas y hacer que esto sea constructivo.