Ya tenemos aquí el Carnaval, y pocos son los que se resisten estos días al arrojo de Don Carnal y Doña Cuaresma. Y es que a nadie le faltan ganas de disfrutar de esta fiesta con tanta tradición en nuestro país. Casi en cualquier punto de la geografía española existe algún desfile en el que poder contemplar la vistosidad y la originalidad de las creaciones, muchas de ellas realizadas tras un duro trabajo de varios meses. El Carnaval engancha a los espíritus libres, con ganas de diversión y optimismo vital.

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Pese a que la mayoría de los disfraces son poco sostenibles, por ser concebidos con materiales artificiales o plásticos, no debemos dejar de insistir en las premisas de reciclaje y sostenibilidad para su elaboración. Si en vez de usar prolipopileno, por ejemplo, en el diseño de los complementos, utilizamos algún tipo de cartón más resistente, estamos colaborando de manera respetuosa con el Medio Ambiente.

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Las telas o cuerdas naturales, son otra de las opciones más socorridas, si queremos tener un disfraz para el carnaval sin remordimientos de conciencia. Más fáciles de colocar, llevar y quitarse que sus “primos tecnológicos”. Además, son bastante resistentes al paso del tiempo y a los envites de las grandes aglomeraciones, algo que hay que tener muy en cuenta. Eso lo sabemos los que hemos empezado el día con un disfraz, y a las cuatro horas ha terminado hecho añicos, por problemas con la calidad de los materiales.

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Si necesitas algún elemento que proceda del petróleo, intenta luego reusarlo para cualquier otra fabricación, de esta manera los daños infringidos a la Naturaleza serán menores. Siempre hay que ver más allá de la simple adquisición de un producto para un día o un momento.

Otra buena opción, es pedir prestado algún disfraz, sobre todo si no eres demasiado mañoso; en vez de comprarlo. En lugares con una larga costumbre “carnavalera” es algo más que común. Los disfraces se heredan de abuelos o padres, incluso llegan hasta los nietos, y toda la familia siempre tiene alguno para ponerse, incluso para los invitados (ya que suele haber tallas para todos los gustos y cuerpos). El desván o el arcón familiar guarda esos tesoros ocultos, que solamente salen de su letargo cuando se acerca el mes de febrero. Ese sueño del que están hechos, está a punto de convertirse en realidad, no te resistas a sus encantos y, ¡VIVE EL CARNAVAL!