Belice, el pequeño país situado entre México y Guatemala, único estado de Centroamérica cuya lengua oficial es el inglés, ve impotente cómo los proyectos petrolíferos de una compañía estadounidense, que ha empezado a operar en uno de sus parques nacionales, amenazan no solo su biodiversidad sino también a los pueblos indígenas que lo habitan.

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US Capital Energy tiene la intención de extraer petróleo dentro y en los alrededores del Parque Nacional Temash Sarstoon, en el sur del país. A pesar de la fuerte oposición popular a esta iniciativa, cuenta con el beneplácito del Gobierno beliceño, que ya tiene antecedentes en este sentido, pues en 1994 creó el parque sin consultar a los indígenas de la zona, legítimos herederos de sus tierras.

El Sarstoon Temash Institute for Indigenous Management (SATIIM) es una ONG, creada en 1997, para gestionar los asuntos de los pueblos indígenas, y la mayor oposición al proyecto petrolífero que existe en el país. De hecho, la asociación se encargaba de la gestión del parque nacional junto con el Gobierno, merced a un acuerdo de 2003, a través del cual el Ejecutivo beliceño reconocía los derechos de los pueblos indígenas sobre las tierras en las que se asienta.

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Sin embargo, en julio de 2013, el estado rompió unilateralmente ese acuerdo y retiró a la SATIIM las competencias sobre el espacio protegido, a pesar de lo cual los pobladores locales siguen realizando labores de gestión. Precisamente, la asociación se había mostrado reacia a albergar proyectos de este calado en sus tierras, mientras que el Ejecutivo siempre los había apoyado. Al romper el acuerdo, US Capital Energy vio facilitada su entrada en Belice.

De esta forma, el Gobierno pudo dar luz verde a la empresa norteamericana, que ya ha modificado considerablemente el paisaje de la zona con pruebas sísmicas y la construcción de infraestructuras que sirvan de apoyo a los trabajos principales, como caminos de acceso.

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Estas rutas habilitadas por US Capital Energy han agravado otro de los problemas del Parque Nacional Temash Sarstoon: el furtivismo. Aprovechando estas facilidades, se han incrementado alarmantemente las entradas de personas a las áreas protegidas para apropiarse, de forma irregular, tanto de madera como de animales. Pecarís, armadillos y ciervos son sus principales víctimas, además de la madera de los bosques, que rápidamente cruzan la cercana frontera con Guatemala, haciendo más difícil aún su control.

Además de la SATIIM, otros grupos indígenas participan en la lucha para que se reconozca la titularidad de los pobladores locales sobre las tierras de antepasado maya: la Toledo Alcaldes Association, el Toledo Maya Cultural Council y la Maya Leaders Alliance. Ya en 2007, el Tribunal Supremo de Belice reconoció la propiedad sobre estas tierras de las comunidades mayas de Conejo y Santa Cruz, amparándose en la, por entonces, recientemente ratificada Declaración de Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas.

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A pesar de las decisiones del Tribunal Supremo, que calificó de inaceptables e ilegales tanto las perforaciones como la construcción de carreteras y le ha dado la razón a los indígenas en múltiples ocasiones, el Gobierno siguió adelante con la concesión del permiso a US Capital Energy, sin ningún tipo de consulta ciudadana o consenso.

El Ejecutivo beliceño emite señales contradictorias: por un lado dice estar abierto al diálogo con las comunidades afectadas, que protestan en las calles, pero por otro se niega a sentarse a negociar con el SATIIM. La realidad es que la petrolera estadounidense anunció el pasado septiembre el inicio de los trabajos en el Parque Nacional, lo que no evita que el Distrito de Toledo siga fomentando el ecoturismo en la región.