BioCultura 2014, la feria de productos ecológicos y consumo responsable, cumple 30 años, y con motivo de la celebración hemos entrevistado a su directora, Ángeles Parra; para que nos contase la andadura de la feria desde sus comienzos hasta el cambio experimentado en los últimos años.
La próxima semana del 13 al 16 de noviembre comienza la edición de Madrid en el Campo de las Naciones. BioCultura Madrid es la principal feria nacional del sector, en donde podemos encontrar más de 5.000 referencias de productos de alimentación ecológica; además de bioconstrucción, cosmética ecológica, terapias y medicinas complementarias, artesanía, muebles, energías renovables, ecoturismo, juguetes, música, libros, etc. Una oferta que se nos hace irresistible cuando se le suman los talleres, las charlas informativas, y un sinfín de actividades en las que puede participar toda la familia.
ENTREVISTA A ÁNGELES PARRA
Conciencia Eco. ¿Cómo fueron los inicios de BioCultura?
Ángeles Parra. Eran los primeros años de la Asociación Vida Sana. Éramos varias personas del área catalana que estábamos preocupados por la forma en que la alimentación industrial contaminaba los ecosistemas y a las personas. Pero nuestras inquietudes no se quedaban ahí. Había más: la búsqueda de una salud más natural, de una vida en armonía con la Naturaleza, de una educación más sensata, parto natural, lactancia materna, respeto por los derechos animales, etc. Pronto vimos que, para llevar a cabo mejor nuestra tarea, teníamos que constituirnos en asociación. A partir de ahí, empezamos a llevar a cabo todo tipo de actividades: convencer a campesinos para que trabajaran sin agroquímicos, buscar tiendas que quisieran vender esos productos, desarrollar una actividad docente para que pudiera empezar a haber profesionales capacitados, incluso tuvimos que elaborar los primeros estándares de certificación ecológica, lo que en aquel entonces se llamaron los “Cuadernos de Normas” para poder controlar y certificar los productos biológicos… En fin, muchas cosas que se fueron gestando poco a poco. Porque todo eso no ocurrió de la noche a la mañana. Por nuestra asociación pasó mucha gente. Algunos, muy capacitados y muy sabios. Otros, personajes rocambolescos que parecían salidos de novelas surrealistas. Algunos, muy serios. Otros… un fraude total. También hubo algún que otro gurú trasnochado que confundía la velocidad con el tocino. Poco a poco, la asociación fue profesionalizándose… sin perder su sentido de la lucha por los objetivos iniciales. Un día visitamos, en ese contexto, a Don Enrique Tierno Galván, que estaba al frente del ayuntamiento de Madrid. Él nos animó en la idea de hacer una feria dedicada a estos temas. Y él nos dio todo el apoyo que pudo desde el consistorio madrileño. Así empezó todo.
C.E. ¿Qué cambios ha experimentado BioCultura desde sus comienzos?
A. P. Nosotros éramos un grupo de amigos y familias muy activistas. Gente comprometida con el cambio de paradigma pero en muchos casos con poca solvencia profesional (y ahí me incluyo yo misma). Nos movía, digámoslo así, el instinto. Con los años todos hemos ido profesionalizándonos. Antes, íbamos a nuestra propia feria en rulots, como si de una trup de cómicos, como en las películas de Berlanga, se tratara. Llevábamos ollas, comida, colchones, qué sé yo lo que llegábamos a meter en aquellas furgonetas. La policía nos paraba en todas las carreteras. Pensaban que éramos terroristas, no sé. Nos hemos ido profesionalizando, reciclando, con el objetivo de ser lo más eficientes posible para servir a la causa de la alimentación liberada de químicos y agentes transgénicos. Era inevitable y yo lo veo como algo positivo. ¿Se ha perdido algo de romanticismo en el camino? Es posible, pero mucho peor hubiera sido haberse quedado anclados en el pasado. A veces, veo gente que se quedó congelada en un momento de la Historia. No es lo que quisiera para mí. El universo está en una evolución y movimiento permanente. Pues nosotros también somos parte del mundo…. Y también, hay que recordar a algunos que se quedaron en el camino, fallecieron. Descansen en paz.
C.E. Y, ¿qué es lo que todavía continúa de su espíritu inicial hasta nuestros días?
A. P. Lo que pervive es, principalmente, el espíritu rebelde y las ganas de llevar a cabo una gran acción de carácter social y medioambiental que no pasa por las coordenadas típicas y tópicas. Es decir, crear una revolución en base a una idea de interés común, como es la alimentación sana y la regeneración medioambiental, pero sin caer en los tópicos de la izquierda anclada en los 60, pues el caos de la sociedad actual nos pide respuestas que implican nuevos retos. La clasificación de derechas e izquierdas es algo totalmente obsoleto, caduco. La visión de la ecología profunda transciende esos límites.
C.E. ¿Cómo ha evolucionado la sociedad española en estos 30 años respecto al mercado eco o bio?
A.P. Ha sido un ascenso continuado. Se va acercando el “boom”, que ya ha llegado a otros países de nuestro entorno. Hemos pasado de la incredulidad y del desierto a que ya todo el mundo, o casi, conoce las virtudes de los alimentos ecológicos. Y ahora llega la expansión de los productos cosméticos y de higiene, del textil orgánico, de la bioconstrucción… Ha sido un proceso muy lento. Hemos picado mucha piedra. Los periodistas nos tomaban por locos, los campesinos nos menospreciaban, los consumidores nos ignoraban… Finalmente, la sociedad reconoce que la alimentación ecológica es la mejor posible y que sus virtudes se extrapolan no sólo a la salud del consumidor, sino a la salud del medio ambiente, de la economía, de los agricultores, del mundo rural…
C.E. ¿Estamos frente a una revolución verde que engloba la forma de comprender nuestra existencia y todo lo que nos rodea?
A.P. Ojo con hablar de “revolución verde”, pues más de uno se podría confundir. La última “revolución verde” fue la imposición de la química en la agricultura y la alimentación por parte de las grandes empresas del agro. Yo hablaría, mejor, para no crear malos entendidos, de una revolución silenciosa, completamente pacífica, que está más allá de lo que consideramos izquierda, que no parte de ideas políticas, sino del espíritu, por eso es una revolución que bebe de fuentes espirituales y que me gustaría que partiera de una noción sagrada de la Naturaleza. Es volver a tomar conciencia, con los ojos de un niño, del mundo encantado al que pertenecemos, de la gran unidad cósmica que existe, y de la que nunca nos deberíamos haber separado. Es una forma de volver a entender la vida como algo sacro, que nos trasciende como personas y como especie. Es huir de las ideas racionalistas, mecanicistas y cartesianas que nos han traído aquí y que nos han hecho ver la Naturaleza como algo que debe ser controlado y sometido. Es volver a formar parte de la (t)Tierra, con total humildad y sencillez.
C.E. ¿Cuál es el reto de BioCultura para los próximos 20 años?
A. P. La alimentación ecológica no va a parar de crecer. Esto ya es imparable. Incluso en los momentos más duros de la crisis tampoco ha dejado de ascender. Es cierto que grandes compañías, grandes cadenas de distribución y empresarios poco concienciados se apuntarán, ya está pasando. Bueno, es un riesgo que hay que asumir. Siempre será mejor que lo que ya teníamos, que la alimentación industrializada y contaminada, desvitalizada y mecanizada. Pero, aunque no deje de crecer, hay que seguir batallando para que la alimentación ecológica se democratice cada vez más, para que llegue a todos los hogares. Es tan necesario como en su día lo fue que llegara el agua o la electricidad… No hay que dejar de batallar, no hay que dejarse vencer por la inercia del Sistema, no hay que parar de dar a conocer las virtudes de una alimentación sana, descontaminada… En cualquier caso, las enfermedades de la civilización tampoco dejan de crecer y, para bien o para mal, esto dispara las alertas y hace que muchas personas miren hacia la alimentación ecológica como una vía de solución para tanta enfermedad, tanta pandemia y tanta desazón…
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