El Gobierno de Brasil ha tomado la decisión de no incluir en su planificación energética la construcción de nuevas presas dentro del Parque Nacional de Juruena. De esta manera, se asegura la preservación, al menos hasta 2023, de una de las zonas de agua dulce más productivas del planeta y fundamental para el medio ambiente por su biodiversidad.

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Con este anuncio, se logran los objetivos de la campaña #SOSJuruena, promovida en los últimos meses por WWF Brasil, para impedir que el levantamiento de las centrales hidroeléctricas de San Simón Alto y Salto Augusto Bajo afectara al área protegida por este parque nacional y su enorme riqueza natural, como contemplaba el Plan Decenal de Expansión Energética 2014-2023.

La medida del gobierno brasilero es una estupenda noticia, para una zona protegida que necesitó un gran consenso entre la administración y los representantes de los sectores productivos que operaban en la zona, amén de exhaustivos estudios, tanto desde el punto de vista social como del ambiental, que podría haberse roto con tan solo la decisión unilateral del Consejo Nacional de Política Energética (CNPE) del país sudamericano.

El proyecto de construcción de estos embalses suponía la inundación de 40.000 hectáreas del parque, además de otros espacios protegidos y territorios pertenecientes a tribus indígenas. En el caso de que el plan hubiese seguido adelante, 42 especies protegidas, algunas endémicas, habrían visto amenazada su supervivencia. Además, zonas de alto valor ecológico como los rápidos del río Juruena, vitales para las migraciones de peces, habrían corrido serio peligro.

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El Parque Nacional de Juruena fue creado en el año 2006, como parte de un megacorredor que une varias zonas protegidas y está repartido entre los estados brasileños de Mato Grosso y Amazonas. De hecho, el río homónimo, de 960 kilómetros de longitud y que desemboca en el rio Tapajós, sirve de frontera natural entre las dos regiones.

Con 1,9 millones de hectáreas, es el cuarto mayor parque nacional de Brasil y forma parte del sistema fluvial más grande del país, la Cuenca del Tapajós. Su objetivo es proteger una de las zonas más vulnerables del Amazonas, castigada sistemáticamente por impactos como la minería ilegal, la sobrepesca, la deforestación y la agricultura, apenas controladas en estas regiones.

Las decisiones ambientales de Brasil no solo tienen repercusión a nivel nacional, sino que todos los habitantes del planeta podemos vernos afectados por las medidas que lleve a cabo un país en cuyo territorio se encuentra la Amazonia, considerado como pulmón del planeta y gravemente amenazado por la deforestación y la falta de protección.