Una nueva investigación publicada en Nature y realizada por un equipo de la Universidad de Alaska Fairbanks (UAF) contradice la versión generalizada de que el deshielo del permafrost acelera el calentamiento global al descubrir que los lagos árticos termokast almacenan más gases de efecto invernadero de los que emiten a la atmósfera.

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Al formarse, los lagos termokast emiten metano pero a largo plazo se convierten en verdaderos sumideros de gases de efecto invernadero. Estos lagos se encuentran ubicados en el Ártico y en las regiones frías de montaña formándose por el deshielo del permafrost, que crea depresiones que se rellenaran del agua dulce derretida. Dónde antes había tierra helada ahora hay un lago.

Hace 5000 años los lagos termokast comenzaron a enfriar la atmósfera debido a la captación a escala milenaria de carbono en los sedimentos ricos en turba. La elevada tasa de acumulación de carbono en los sedimentos de estos lagos fue debida a varios factores. Entre los que destaca la riqueza de los suelos circundantes, alimentados por el deshielo del permafrost, que estimula el crecimiento de musgos y otras plantas dando lugar a elevadas tasas de absorción.

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La nueva formación de permafrost mediante sedimentos lacustres ricos en materia orgánica almacena gran cantidad de carbono. Aunque este nuevo almacenamiento no es permanente ya que un calentamiento futuro podría descongelar este permafrost liberando parte de este carbono mediante descomposición microbiana.

Pese a ello, este descubrimiento tiene una gran importancia pues existía cierta preocupación acerca del deshielo del permafrost y la formación de los lagos termokast al generar gases de efecto invernadero. Con estas nuevas investigaciones se ha observado que estos lagos ayudan a mitigar el calentamiento global, no a producirlo.