Las zonas montañosas de la Península Ibérica poseen una riqueza en especies animales y vegetales digna del mejor museo natural. Muchas de estas especies son endémicas, es decir, que son exclusivas de esa determinada región geográfica y, además, muchas de ellas son escasas, raras o están catalogadas como especies en peligro.
Uno de estos casos es el Grillo de Matorral (Pycnogaster inermis), una especie amenazada que sólo habita en los sabinares y pastizales de las altas cumbres de Sierra Nevada. Pero este extraño insecto no es el único endemismo de la sierra granadina. El Abejorro Nevadino (Bombus (Megabombus) reinigiellus) es una especie endémica amenazada incluida dentro del Libro Rojo. Habita en una zona muy reducida de Sierra Nevada y su número de representantes es muy pequeño. Pese a todo, está considerado una especie muy importante, pues sin su función polinizadora la supervivencia de muchas especies vegetales se vería comprometida.
En Sierra Nevada también existen lepidópteros endémicos amenazados por su captura indiscriminada durante años. Son el caso del Apolo o Pavón Diurno (Parnassius apollo subsp nevadensis) y la Niña de Sierra Nevada (Polyommatus golgus). Su combinación de colores claros única en el mundo hizo que fueran capturadas para las colecciones de miles de aficionados. Actualmente su captura está prohibida.
En las montañas de la Península Ibérica encontramos también anfibios endémicos, como la Rana Pirenaica (Rana pirenaica) o el Tritón pirenaico (Calotriton asper), ambos habitantes del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, que cuenta con numerosas especies endémicas de flora y fauna.
La flora ibérica también posee endemismos en zonas montañosas, como es el caso de Erysimum humile subsp. Penyalarense y Armeria caespitosa, especies únicas de la Sierra de Guadarrama.
Otras especies endémicas en peligro se han extinguido, pese a estar protegidas por su singularidad. Es el caso del Bucardo, la cabra montesa del Pirineo, cuyo último ejemplar murió en el año 2000. Esta especie desapareció por una mala política de protección, siendo la caza furtiva su mayor amenaza y es que se han encontrado varios ejemplares disecados en casas particulares. Por ello es necesario un control y una protección mayor de esta flora y fauna única de las montañas de la Península Ibérica.
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