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Nada más y nada menos que la mitad de un siglo cumple el Parque Nacional y Natural de Doñana como figura de protección.

Allá por los años 50, un grupo de expertos europeos liderados por Luc Hoffman, demostraron la importancia de la zona como zona estratégica de las migraciones de aves entre los continentes europeo y africano. Tras ello, él y un grupo de científicos y conservacionistas lograron parar la triple amenaza que el gobierno franquista tenía sobre los terrenos: la expansión del arrozal, las plantaciones masivas de eucaliptos con fines madereros y las urbanizaciones proyectadas para incrementar el turismo de la zona.

En 1963, WWF y el Estado compraron una parte de más de 6.700 hectáreas del territorio, creando la primera reserva de Doñana. Un año después, se fundaría la Estación Biológica de Doñana, instituto de investigación dependiente del CSIC que investiga la biodiversidad de Doñana (desde su creación) y de otros ecosistemas nacionales. En 1969, y tras numerosas presiones internas e internacionales, la dictadura accedió a proteger bajo Parque Nacional a 34.635 hectáreas.

Tras su declaración como Parque Nacional, le siguieron en 1978 la ampliación de la superficie protegida a 50.720 hectáreas bajo la Ley de Doñana; la catalogación por la Unesco como Reserva de la Biosfera en 1980; la entrada en la lista del Convenio Ramsar en 1982; y la declaración de Patrimonio de la Humanidad en 1994.

Actualmente, el Parque Nacional y Natural cuenta con una superficie de protección de 53.709 hectáreas y mantiene todas las figuras de protección que se la han atribuido. Sin embargo, arrastra problemas medioambientales desde hace años que aún no se han solventado, como las consecuencias del Desastre de la presa de Aznalcóllar en 1998, el impacto de las infraestructuras cercanas al parque, la expansión de la agricultura en el entorno que da lugar a una sobrexplotación de los recursos hídricos (muchos de las extracciones se producen de forma ilegal) y mucho más reciente, la autorización emitida este año sobre la construcción de un oleoducto en las inmediaciones.

Todo esto, afirman los expertos, acabarán produciendo la muerte de Doñana, por lo que desde WWF y otras asociaciones y grupos ecologistas seguirán luchando para que nuestra figura de protección más emblemática pueda cumplir otros 50 años más.

Fuente: Blog del Agua, WWF, Wikipedia.