Las Islas Baleares son uno de los destinos vacacionales preferidos por los que vienen de visita a España. Mallorca sobresale entre estas maravillosas islas, por ser la de mayor extensión y la que contiene mayor número de reclamos turísticos. En este pequeño paraíso podemos disfrutar de las calas más bonitas del Mediterráneo, atardeceres de ensueño con arena blanca y aguas cristalinas. La mayoría enmarcadas en un paisaje que quita el hipo, con una vegetación adaptada al clima isleño formada por: el pino de alepo, la encina y la garriga mallorquina, estando el monte bajo recubierto en su gran mayoría por lentisco y acebuche. Reductos que por obra de la masificación van deteriorándose a un ritmo alarmante, aunque todavía es posible encontrar zonas naturalmente salvajes en las que la mano del hombre todavía no ha hecho mella.
En cuanto a la fauna marina, que vive en esta zona podemos asegurar que es variopinta, con una biodiversidad bastante saludable hasta el momento. Aunque nunca es tarde para pregonar que poco a poco se va esquilmando sin ningún tipo de freno al respecto por parte de los organismos competentes.
Varias especies de mantas rayas, más de diez especies de tiburones, aunque suelen ser muy escasos los ataques a personas; algún pez martillo, diferentes especies de peces gato, morenas, congrios, besugos, peces luna, rapes, lenguados o anguilas, son algunos de los animales que podemos observar si buceamos por sus fondos marinos, además de crustáceos. Así como también nadan por sus aguas delfines mulares, ballenas roncales o cachalotes. Desde luego, si eres un amante del scuba diving, este es tu sitio.
Aquí os muestro cinco impresionantes calas de arena que realmente merece la pena conocer en Mallorca.
Cala Mondragó
Cala Mondragó se encuentra dentro de un Parque Nacional a unos 8 kilómetros al sur de Cala d’Or.
Se considera que una de las zonas más bellas de Mallorca, con sus dunas de arena, bosques de pinos, la hermosa costa y las calas rocosas. El parque natural tiene una serie de senderos que lo recorren, en él puede disfrutar tanto de caminatas de 1km como de excursiones de 8 a10 km.
Cala Llombards
Este tranquilo arenal blanco, que se prolonga muchos metros hacia el interior, hasta el pinar que la cierra, está flanqueado por acantilados altos, muy accidentados. Estos elementos hacen que sea una playa frecuentada por las familias que residen en las viviendas unifamiliares de la zona.
Uno de los hitos de Cala Llombards es el excelente mirador situado sobre el mítico accidente geológico de es Pontàs (en castellano significa el puentazo), una roca erosionada por las olas que parece un puente dentro del mar. También destaca la media docena de escars escavados en el acantilado por los pescadores para guardar sus barcas.
Cala Pi
Cala Pi toma su nombre de los pinos que la rodean y del torrente que desemboca en sus aguas. Está a 17 kilómetros de Llucmajor y a cuatro del poblado talayótico de Capocorb, declarado Monumento Histórico-Artístico Nacional el año 1931, el cual se puede visitar cada día previo pago de una entrada.
Esta playa penetra medio kilómetro tierra adentro entre dos paredes verticales de más de 30 metros de altura, recibiendo al visitante una torre de defensa del siglo XVI. Su arena es fina, apenas tiene desnivel, ocasionalmente se concentran algas en su talud y en sus alrededores se levanta una zona residencial.
Cala Anguila
Cala Anguila está a tres kilómetros de Portocristo. Este entrante de mar goza de un arenal con algo de pendiente y de un atractivo grano fino y dorado, producto de la acumulación milenaria de fragmentos de conchas y caparazones de especies acuáticas, transportados por la corriente marina. Posee bandera azul, el sello de calidad anual que otorga la Fundación de Educación Ambiental (FEE, por sus siglas en inglés) a las playas que cumplen unos requisitos de calidad y cuidado.
Los acantilados que flanquean esta manga de mar, donde desemboca un torrente, presentan una altura escasa y despiertan el interés del visitante por la gran gruta que se divisa en sus inmediaciones.
Cala Ferrera
Cala Ferrera está a 14 kilómetros de Portocolom y es el resultado de una ancha entrada de mar entre altos acantilados. Tiene bandera azul, y aunque suele estar bastante concurrida en la época estival, su panorámica es digna de ser fotografiada como una postal.
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