En un mundo impulsado por el consumo desmedido y la búsqueda constante de crecimiento económico, el decrecimiento surge como una propuesta alternativa que desafía los modelos tradicionales de desarrollo. El 29 de octubre se conmemora el Día Mundial por el Decrecimiento 2024 para reducir la producción y el consumo, y adoptar un estilo de vida más sostenible y equilibrado, que priorice la calidad de vida, la justicia social y la preservación de los ecosistemas.

Vivir más con menos, teniendo lo justo y necesario, y aplicando la sostenibilidad día a día son principios clave de esta filosofía, que busca no solo una reducción en el uso de recursos, sino una vida más plena y en armonía con la naturaleza.

¿Qué es el decrecimiento?

El decrecimiento no es simplemente una reducción del consumo o una caída en la economía, sino un movimiento filosófico y social que propone una transformación profunda de la sociedad. Se basa en la idea de que el crecimiento económico ilimitado no es compatible con los límites finitos del planeta, y que el bienestar humano no está necesariamente ligado a una mayor acumulación de bienes materiales.

El concepto surgió en la década de 1970 de la mano de economistas y filósofos que cuestionaban la relación entre el crecimiento económico y el bienestar, como Nicholas Georgescu-Roegen y Serge Latouche. Estos pensadores sostienen que el crecimiento económico perpetuo genera desigualdad social, agota los recursos naturales y daña los ecosistemas. El decrecimiento, en cambio, propone una reorganización de la sociedad y la economía en torno a la satisfacción de las necesidades reales de las personas, en lugar de fomentar el consumo excesivo.

Decrecimiento

Avanzar, sin dañar el entorno y a nosotros mismos.  Imagen de Kate Andreeshcheva en Pexels.

Vivir con lo justo y necesario

Una de las ideas centrales del decrecimiento es aprender a vivir con lo justo y necesario, lo que implica reducir el consumo de bienes y servicios a aquellos que realmente aportan valor a nuestra vida, sin caer en la trampa de la acumulación materialista. Este enfoque no debe ser visto como un sacrificio o privación, sino como una forma de liberarse de la presión consumista y el estrés que conlleva la búsqueda constante de «más».

¿Cómo empezar a vivir con menos?

  1. Reevaluar las necesidades: Muchas veces, adquirimos bienes no por necesidad, sino por hábito o presión social. Es importante hacer un análisis consciente de lo que realmente necesitamos para vivir bien. Preguntas como «¿Lo necesito realmente?» o «¿Esto me hará más feliz a largo plazo?» pueden ser útiles antes de tomar decisiones de compra.
  2. Minimalismo: Este concepto, que tiene puntos en común con el decrecimiento, promueve deshacerse de lo superfluo para enfocarse en lo esencial. Esto se traduce en la reducción de pertenencias, centrándose en lo que tiene valor emocional o funcional real, y no en la acumulación de objetos innecesarios.
  3. Autoconsumo y autosuficiencia: Cultivar tus propios alimentos, reparar en lugar de reemplazar, y aprender habilidades que permitan depender menos de los sistemas de producción industrial son prácticas que ayudan a vivir con lo justo, reduciendo la necesidad de comprar.
  4. Compartir y colaborar: La economía colaborativa, el intercambio y el trueque son estrategias que permiten obtener bienes o servicios sin recurrir al mercado convencional. Este enfoque fomenta la cooperación y la comunidad, en lugar de la competencia y el consumismo.

Sostenibilidad en el día a día

El decrecimiento también está profundamente vinculado con la sostenibilidad, es decir, vivir de una manera que respete los límites del planeta, minimizando el impacto ambiental y promoviendo el uso responsable de los recursos. Este estilo de vida implica tomar decisiones conscientes que ayuden a reducir nuestra huella ecológica y a regenerar los ecosistemas naturales.

Acciones sostenibles cotidianas

  1. Reducir, reutilizar, reciclar: La reducción del consumo es el primer paso, seguido de la reutilización de productos y materiales. Cuando algo ya no puede ser reutilizado, es esencial reciclarlo adecuadamente. Este ciclo de aprovechamiento minimiza los residuos y la demanda de nuevos recursos.
  2. Consumo responsable: Elegir productos ecológicos, locales y de comercio justo contribuye a la sostenibilidad. Estos productos suelen tener un menor impacto ambiental y apoyan a pequeños productores que promueven prácticas más justas y respetuosas con la naturaleza.
  3. Movilidad sostenible: Optar por caminar, usar la bicicleta o el transporte público reduce significativamente las emisiones de carbono. Si es necesario usar un automóvil, compartir viajes o utilizar vehículos eléctricos también son formas de minimizar el impacto.
  4. Alimentación basada en plantas: Reducir el consumo de carne y productos de origen animal tiene un gran impacto positivo en el medio ambiente. La producción de carne requiere grandes cantidades de agua y recursos, y es una de las principales causas de deforestación y emisiones de gases de efecto invernadero. Optar por una dieta basada en vegetales y alimentos locales es una excelente manera de aplicar la sostenibilidad diariamente.

La armonía con la naturaleza

El decrecimiento también aboga por una reconexión con la naturaleza, tanto en el sentido práctico como filosófico. Vivir en armonía con el entorno implica no solo reducir nuestro impacto en el medio ambiente, sino también reconocer que somos parte de la naturaleza, y que nuestra salud y bienestar están intrínsecamente ligados a la salud de los ecosistemas que nos rodean.

Naturaleza

Es necesario soltar y cambiar de patrones. Imagen de Eugene Lisyuk en Pexels.

¿Cómo vivir en armonía con la naturaleza?

  1. Practicar la permacultura: La permacultura es un sistema de diseño agrícola y social que se basa en los patrones y características del entorno natural. Aplicar los principios de la permacultura en el hogar o la comunidad (como en huertos urbanos) permite cultivar alimentos de manera sostenible, regenerando los suelos y preservando los recursos naturales.
  2. Respetar los ciclos naturales: Conocer y respetar los ciclos naturales, como las estaciones o los patrones de crecimiento y regeneración de los ecosistemas, es esencial para vivir en armonía con la naturaleza. Esto implica ajustar nuestras prácticas de cultivo, consumo y producción a los ritmos de la tierra.
  3. Conservar y restaurar ecosistemas: Participar activamente en la protección y restauración de ecosistemas locales, como bosques, ríos o humedales, es una forma directa de contribuir a la salud del planeta y vivir en sintonía con la naturaleza. Plantar árboles, limpiar áreas naturales o participar en proyectos de conservación son ejemplos de acciones que pueden tener un gran impacto positivo.
  4. Fomentar una cultura de respeto y gratitud: Cambiar nuestra actitud hacia la naturaleza es clave. En lugar de ver los recursos naturales como algo para explotar, debemos adoptar una perspectiva de gratitud y respeto hacia todo lo que la Tierra nos proporciona.

Beneficios de vivir con menos y en armonía con la naturaleza

El decrecimiento ofrece numerosos beneficios, tanto a nivel personal como colectivo. Al vivir con menos, las personas a menudo descubren una mayor sensación de libertad y satisfacción, ya que se liberan del estrés y la ansiedad asociados con el consumo excesivo y la acumulación material. Además, las relaciones interpersonales tienden a mejorar, ya que se fomenta la cooperación, el apoyo mutuo y el sentido de comunidad.

En cuanto al impacto global, adoptar un estilo de vida basado en el decrecimiento y la sostenibilidad contribuye a la preservación del medio ambiente, la reducción de la desigualdad social y la creación de una sociedad más justa y equitativa, donde los recursos se distribuyen de manera más equitativa y se respeta la capacidad regenerativa de la Tierra.

El decrecimiento y el estilo de vida basado en “vivir más con menos” no solo son posibles, sino necesarios en el contexto de la crisis ecológica y social actual. Al adoptar un enfoque más consciente y sostenible, podemos encontrar formas de vivir en mayor armonía con la naturaleza, reduciendo nuestro impacto en el planeta y construyendo una sociedad más justa y equilibrada. Vivir con lo justo, respetar los ciclos naturales y aplicar la sostenibilidad en el día a día nos permitirá disfrutar de una vida más plena, conectada y saludable, mientras cuidamos de nuestro hogar común: la Tierra.