Vivimos en un mundo interconectado en el que la tecnología resulta imprescindible para una gran parte de nuestra vida diaria. Pero nuestra dependencia de esas conexiones tiene pros y contras claros que debemos tener presentes y asumir, ya que, como todo lo bueno, en exceso puede dañar y provocar mayores males, que los beneficios que podemos obtener a cambio.
El próximo 24 de junio se conmemora el Día Internacional de la Contaminación Electromagnética 2023, una fecha reivindicativa que pretende hacer tomar conciencia a la sociedad en general, y a las personas en particular, de la problemática que se ha generado desde hace años, cuando nuestro mundo comenzó a cambiar con la llegada de Internet y de la telefonía móvil.
Contaminación electromagnética 24×7
La contaminación electromagnética nos invade. No es un suponer, es una realidad constatada por numerosos científicos especializados, pero a la que ya nos hemos acostumbrado, ya sea porque nuestro estado de bienestar, de comodidad o de desarrollo, lo presupone; o porque nos lo han repetido tantas veces desde la publicidad de los anuncios, o desde diferentes empresas y organismos, que parece que sea lo normal, y a lo que nos tendremos que acostumbrar, queramos o no. Pero nada más lejos de la realidad. La célebre frase de Joseph Goebbels, de que una mentira repetida mil veces se convierte en una realidad, en este caso, tristemente, podría ser cierta.
El quid de la cuestión, como en la mayoría de las premisas, consiste en investigar consultando informes, y no conformarse con lo que te muestran o quieren que veas. Si te lo pintan bonito y con muchas flores, vas a pensar que realmente merece la pena tenerlo, poseerlo. ¡Ay, ser humano vanidoso, todavía te siguen engañando a la antigua usanza!, y mira que ya ha pasado tiempo de ello, y todavía sigues cayendo en las argucias de los poderosos.
Es cierto que la tecnología nos hace la existencia más sencilla y más fácil, pero hasta cierto punto. ¿Cuál es la línea divisoria? ¿Cuándo empezaremos a comprender que todo tiene unos costes? Pues el caso es, que cada vez podemos ver con nuestros propios ojos escritos que nos alertan de los daños a los que nos estamos exponiendo si estamos en constante «conexión».
La mayoría de estos estudios científicos nos informan que la telefonía móvil y todo lo que la rodea, es la principal fuente de emisión de la contaminación electromagnética, y la más cercana. Los miles de teléfonos móviles que tenemos en este instante a nuestro alrededor, y que se están intentando conectar de forma constante; los propios wifis que ya tenemos hasta en la farolas con 5G integrado y el Bluetooth; los teléfonos inalámbricos, tan empleados, son uno de los productos tecnológicos más contaminantes; pero también, los radio-despertadores conectados a la corriente eléctrica. Cuántos más aparatos o electrodomésticos de este tipo tengamos en nuestro hogar, mayor riesgo de sufrir las consecuencias, que se traducen enfermedades de toda índole.

Es conveniente, que los niños sepan que la contaminación electromagnética es dañina. Fotografía de Andrea Piacquadio.
Los niños en riesgo
Una revisión de los distintos estudios científicos centrado en los niños y adolescentes, revela cifras, que nos dejan atónitos a los que ya tenemos una edad. He de mencionar, que lo más preocupante es la edad a la que comienzan a tener móviles los niños. Lo que no se sabe es el tipo de control o la supervisión del tiempo al que están expuestos.
El uso de dispositivos de comunicación móvil, como teléfonos móviles e inalámbricos, se ha incrementado significativamente desde el inicio del nuevo milenio, especialmente entre niños y adolescentes. Estudios recientes indican que el 83 % de los estudiantes de primaria en el Reino Unido y el 95 % de los adolescentes en los EE.UU. poseen o tienen acceso a un teléfono móvil.
En Alemania, según una encuesta realizada por la asociación digital Bitkom, el 54 % de los niños de entre 6 y 7 años utiliza un teléfono inteligente de vez en cuando, y el 75 % de los niños de 10 a 11 años posee un teléfono móvil. Las preocupaciones sobre los posibles efectos en la salud de la población más joven causados por la exposición a los dispositivos de comunicación móvil aparecieron por primera vez en el año 2.000 en el «Informe Stewart» británico.
Así, se detalla la sensibilidad de los niños y adolescentes a los campos electromagnéticos de radiofrecuencia (RF EMF) con respecto a su sistema nervioso en desarrollo, la anatomía y fisiología de sus cabezas, y la mayor duración de la exposición a los EMF de dispositivos móviles debido a su vida útil más larga en comparación con adultos.

Hay que establecer horarios para el manejo del móvil en los niños. Fotografía de Vanessa Loring.
Quizás lo más preocupante son los bebés o niños de corta edad, aquellos que todavía no tienen el cerebro formado y ni sus funciones fisiológicas. Son los que tendrían más riesgos potenciales para su salud, sobre todo si arrastran algún tipo de patología, haciéndolos más vulnerables a este medioambiente contaminado.
Las recomendaciones más sencillas son:
- No tener la cama al lado de un enchufe y no dejar aparatos eléctricos cerca cuando duermen.
- Evitar tener el wifi puesto todo el día, apagándolo si no se utiliza, siendo mejor el uso de la fibra óptica para conectar directamente el PC o el ordenador portátil con la corriente eléctrica.
- No exponerse a las ondas del microondas permaneciendo delante.
Principales trastornos leves, que suelen comenzar a tener los niños, aunque pueden derivar en enfermedades más graves, por lo que debemos prestarles atención:
- Trastornos del sueño, incluido el insomnio
- Depresión, cansancio y fatiga
- Dolor de cabeza
- Mareo
- Ansiedad e inquietud
- Náuseas
- Pérdida de apetito
- Pérdida de peso
- Cambios en la memoria
- Falta de concentración
- Ardor y hormigueo en la pie
- Cambios en un electroencefalograma (que mide la actividad eléctrica en el cerebro)
La única manera de frenar esta situación es pedir a los responsables transparencia, aunque como en la mayor parte de los países suele estar unido a una cuestión económica, la única forma de hacerle frente es midiendo la cantidad de contaminación electromagnética a la que estás exponiendo a tu organismo, y denunciarlo. Además, de hacerlo ver al resto de personas que te rodean, ya sea vecinos, familiares, compañeros de trabajo; para que sean conscientes de la importancia del tema y de la salud de todos está en juego.
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