El yogur ecológico es muy nutritivo, posee más vitaminas, proteínas o minerales (entre ellas calcio o magnesio) que lo yogures normales, a los que se les suele añadir sólidos lácteos y otros aditivos que son comunes en la fabricación a nivel industrial de alimentos lácteos. A esto se le une claro está, que la calidad de la leche, la base de la preparación del yogur ecológico, es superior.
Una leche que se ha producido con esmero, proveniente de animales que se han alimentado de forma ecológica libremente y sin estrés, tiene una composición un tanto diferente que le proporciona a su vez un mayor sabor y unas características organolépticas indiscutibles, infinitamente mejores.
La leche es ese ingrediente indispensable para que la fermentación se lleve a cabo. Una fermentación que transforma la lactosa en ácido láctico o glucosa o galactosa, lo que proporciona colonias beneficiosas de bacterias a nuestro organismo, que mejoran nuestra salud intestinal en concreto, y además repercute en el buen funcionamiento del sistema digestivo, ese donde se encuentra la mayor parte de nuestro sistema inmunitario. Un poder que se le atribuye desde la Antigüedad, y que hasta nuestros días sigue siendo uno de los alimentos más consumidos para mejorar nuestro estado en general.
Lo maravilloso de esta transformación química que ocurre con la producción del yogur, es que alimentos que pueden o son poco digeribles como ocurre en algunas personas con la leche y con algunos de sus componentes; da como resultado una acción que facilita su asimilación digestiva. La lactosa es prácticamente mínima en los yogures, por lo que su consumo puede beneficiar a aquellos individuos que notan como sus digestiones se ralentizan cuando toman leche.
El yogur ecológico ayuda a estimular el sistema inmunológico, puede ayudar a prevenir el envejecimiento y alargar la vida (de hecho una de las mayores tasas de esperanza de vida se encuentran en Bulgaria, el país que lo vio nacer científicamente gracias al doctor Stamen Grigoroff) y el cáncer, protege al estómago de sustancias tóxicas; y además, realiza una función sedante que calma el sistema nervioso. Un alimento que tendría que formar parte de la dieta infantil, ya que proporciona lo necesario para un crecimiento correcto.
En conclusión, el yogur ecológico tendría que tener su puesto asegurado en nuestra vida diaria, ya sea como postre o como parte de nuestro desayuno o merienda; complementa a la perfección una alimentación variada en la que no puede faltar grandes dosis de fruta y verdura.
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