No lo digo yo, lo apunta el Informe Planeta Vivo 2014 de WWF, del que se pueden extraer conclusiones negativas y reales sobre la situación que vive la Tierra. Las actividades humanas han dado al traste con con todos los recursos naturales que existían en un principio, por eso las condiciones de vida en la tierra van mermándose; de hecho, nos encontramos en un punto crítico que ya es irreversible. Ya no hay vuelta atrás para restaurar lo dañado.

Una situación insostenible a la que deberíamos de poner freno cuanto antes. Los cambios ambientales que se están produciendo, están comprometiendo a la vida de las nuevas generaciones. En muchas culturas la Tierra ha sido considerada como un ser sagrado y respetado, en la actualidad el ser humano ha evolucionado para bien en muchos aspectos, pero ha dejado en el camino muchos otros. Ha perdido la perspectiva, el horizonte.

Si en el 2013 había 7.200 millones de personas sobre la faz de nuestro planeta, en el 2.050 esa cifra se elevará a 9.600 millones de seres humanos. Conclusión evidente: más manos, más pies y más cabezas para arrasar el Medio Ambiente, porque pese a todos los avances tecnológicos y de la Ciencia seguimos alimentándonos de los recursos naturales. La producción de alimentos se lleva el 70% del agua y el 30% de la energía utilizadas mundialmente. ¿Estaremos haciendo algo mal? Seguro que sí, no es sostenible traer productos cultivados a miles de kilómetros con toda la energía que ello consume.

En los países industrializados la demanda de agua dulce es bestial, un 45% solo para generar energía. Nuestra forma de vida tiene que cambiar para poder mantener un orden adecuado en el que poder desarrollarnos.

Los bosques son otros de los reductos de vida más vilipendiados. Son imprescindibles como pulmones, como hábitat de miles de especies animales y plantas, y como materia para proporcionarnos combustibles, casas, medios de vida o seguridad alimentaria; y muchos de ellos están desapareciendo talados por la mano del hombre.

Nuestra sociedad está subestimando los recursos, pensando que son infinitos. El bienestar y la prosperidad de la humanidad depende de las reservas de la Naturaleza. Por ejemplo, la pesca constituye una parte esencial de nuestra alimentación. En los países menos desarrollados supone un 50% de la comida, y en el resto alrededor de un 15%. Generando los ecosistemas marinos 660 millones de puestos de trabajo en el mundo. Nuestros mares y océanos se quedan sin peces, la pesca intensiva con redes que lo barren todo y la toxicidad del agua, debido a las sustancias contaminantes que acumula, están convirtiéndolos en espacios vacíos. La pesca sostenible es nuestro futuro más inmediato.

El resultado de vivir comprimidos en ciudades, es que en el año 2050 seremos 6.300 millones de personas los que habitaremos en estos lugares. Un mundo desproporcionado, superpoblado en contadas zonas y deshabitado en otras. ¿Cuál es el equilibrio? Difícil de saber, pero pasa sobre todo por intentar que todas las personas y seres vivos gocen de ciertos derechos comunes: lugares para poder vivir, agua potable, alimentos, salud; y en el caso de los seres humanos, trabajo, riqueza, poder y participación.