La gasolina con plomo ha estado presente en nuestra vida durante décadas, hasta que fue prohibida a principios del siglo XXI debido a la gran problemática que generaba no solo en el medio ambiente, sino en la salud del ser humano. El plomo es un metal pesado neurotóxico, que comenzó a utilizarse en los años 20 para aumentar el octanaje en las gasolinas, necesario para los nuevos motores de explosión. A más de 1000 metros de profundidad en el Océano Atlántico, una masa de agua marina contaminada por plomo nos recuerda que nuestras acciones en el medio ambiente perduran.

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Gracias a una inversión de 300 millones de dólares provenientes de colaboraciones internacionales se ha podido documentar la presencia de trazas de metales y otros químicos en los océanos. Mediante esta recogida de datos se puede averiguar el pasado, presente y futuro de nuestros océanos y entender cómo el cambio climático puede alterar los procesos bioquímicos fundamentales. Usando las últimas técnicas, se han podido recoger 30.000 de 787 puntos de estudio analizando cerca de 200 elementos y otras sustancias contaminantes.

Con los datos obtenidos, se ha podido realizar un mapa 3D de los niveles de plomo en el océano. En el Atlántico central se observa unos niveles muy elevados en la subsuperficie que destacan sobre los niveles medidos en la superficie y en las aguas profundas de esa zona. Este agua contaminada estuvo una vez en la superficie, pero el paso del tiempo y la dinámica oceánica la hundió creando una ‘masa encapsulada de agua contaminada que nos muestra el increíble impacto que hemos producido en los océanos en el pasado y como va variando con el tiempo’ según explica en oceanografo Abigail del MIT.

Aunque en el mapa podemos ver zonas rojas y amarillas que representan unas mayores concentraciones de plomo, esta es demasiado baja para presentar una amenaza a los seres humanos o a la vida salvaje. Para el científico Edwar Boyle, la cantidad de plomo presente en el Océano Atlántico es equivalente a disolver una cucharada de zumo de naranja en 200 piscinas olímpicas. Además, esta concentración de plomo en las aguas oceánicas está disminuyendo con el tiempo gracias a las medidas adoptadas por Europa y EEUU. Aunque hay zonas del planeta donde aún no se ha disminuido el uso de plomo y esto puede observarse en el mapa, como se ve en el Atlántico sur por el uso de este metal pesado en África. También se observa elevadas concentraciones de plomo en el Mediterráneo por ser un mar bastante cerrado en el cual se ha acumulado durante décadas los contaminantes provenientes de Europa.

Pero estas investigaciones aun no han terminado y siguen saliendo a recoger muestras muchos cruceros de investigación con el fin de recoger datos que den un poco de luz sobre el impacto del hombre en los océanos y nos proporcionen conocimientos para lograr un futuro mejor.