Cada vez son más los pequeños productores de aceite de oliva que se apuntan a la agricultura ecológica, que ha encontrado en el no laboreo una tendencia al alza. Esta forma de tratamiento de la tierra elimina el uso de maquinaria pesada, favorece la autosuficiencia y protege el suelo a largo plazo de una forma totalmente natural.

La vertiente clásica dice que el laboreo es necesario porque sirve para airear el suelo, con lo que aumenta el suministro de oxígeno y los árboles experimentan un mayor crecimiento, que resulta en un incremento de la producción de aceituna. Además, si no se labra el suelo se endurece, por lo que aumenta la escorrentía superficial y se pierde mucha agua, algo que puede ser letal en aquellas zonas donde las precipitaciones son más limitadas. Otro de los inconvenientes clásicos del no laboreo es la proliferación de las denominadas malas hierbas, algunas de las cuales compiten con el olivo por los nutrientes y el agua, por lo que su eliminación es fundamental.

Olivar

El hecho es que la presencia de hierbas y pequeñas plantas en la tierra no es perjudicial, ya que aumenta el contenido de materia orgánica en el suelo, además de favorecer la fertilidad y mejorar la estructura y compactación de las capas del suelo, lo que optimiza la infiltración y, por tanto, el aprovechamiento del agua, y reduce la escorrentía y la erosión. De hecho, es aconsejable cubrir el suelo con restos de las cosechas anteriores (en los olivares, hojas y ramas), una técnica que protege el suelo de forma absolutamente natural.

La ausencia de labor impide que se destruya la capa superficial del suelo, por lo que está más protegido ante las inclemencias climáticas y la erosión. Además, se evita la rotura de la red de microrraíces superficiales que crean tanto los olivos como el resto de plantas y hierbas presentes, que fortalecen el suelo y aumentan la infiltración. No obstante, a veces es necesario eliminar estas hierbas, sobre todo a la hora de la cosecha para facilitar el trabajo, lo cual se puede realizar con una desbrozadora, dejando las plantas cortadas en el propio suelo, que así queda más protegido y recibe una aportación natural de materia orgánica.

Unos ensayos realizados durante varios años en olivares andaluces compararon el laboreo tradicional con su ausencia total. Los resultados no pudieron ser más contundentes: el 85% de los olivares no labrados aumentaron su producción un 16% con respecto a aquellos donde se siguió llevando a cabo la roturación tradicional. De hecho, otras opciones como el laboreo mínimo o el semilaboreo también han generado aumentos de la producción.

tractor

El no laboreo conlleva una importante ventaja extra para los pequeños productores, aquellos que disponen de unas pocas tierras que no representan su principal actividad profesional: la oportunidad de ser autosuficientes. Estas personas, por lo general, disponen de las herramientas básicas necesarias para la cosecha y la poda, pero tienen que externalizar la labranza de la tierra.

Así, con el no laboreo, el trabajo en los olivares se limita a la cosecha anual, la poda (que no es necesario realizar todos los años) y la eliminación tanto de las hierbas temporales que crezcan en el terreno como de los chupones, muy molestos a la hora de la cosecha y que absorben parte de la energía destinada al crecimiento de la aceituna. Con estas prácticas totalmente ecológicas, el olivar es algo más rentable para los pequeños productores y se frena el abandono de tierras.