Lubricantes ecológicos, vibradores de silicona orgánica y látigos elaborados con ruedas de bicicletas: un sexshop berlinés 100% biológico apuesta por el amor natural basado en el consumo responsable.
Violetas y gruesos, azules y pequeños o rosas y largos: todos los consoladores dispuestos en el expositor de “Other Nature” tienen al menos un punto en común: no contienen materiales de origen animal. Al lado de los lubricantes, un pequeño cartel asegura que no contienen glicerina ni alergénicos.
“Somos un sexshop e intentamos serlo en mejor”, insiste una de las dos encargadas de la tienda, Anne Bonnie Schindler. “Hay muchas cochinadas en el mercado”, explica refiriéndose a productos como los lubricantes con sabor a plátano o los preservativos con aroma de fresa.
Este sexshop, que abrió sus puertas en octubre, se identifica con una sociedad que quiere controlar el origen de los productos que consume.
Los clientes de Schindler y de su asociada canadiense prefieren los vibradores elaborados en una pequeña empresa local a los juguetes eróticos producidos en masa en fábricas chinas.
Este sexshop, que abrió sus puertas en octubre, se identifica con una sociedad que quiere controlar el origen de los productos que consume. En una capital joven y alternativa como Berlín, el público parece encontrar todo lo que busca.
“Es un filón del mercado”, admite esta joven de 31 años que luce piercings y tatuajes. “Nuestros clientes son de todas las edades y contrariamente a lo que esperábamos, no sólo vienen mujeres”, añade.
El sector alimentario dispone de un sello de calidad biológica reconocido a nivel europeo, pero el de los accesorios sexuales sigue siendo una jungla. “Llamamos a cada fabricante y le preguntamos de dónde proceden los materiales, dónde los producen y si contienen materiales de origen animal,” precisa.
Adepta al veganismo, Annie Bonnie Schindler, que trabajó durante mucho tiempo en un sex shop “clásico”, defiende un estilo de vida basado en el rechazo de la explotación y de la crueldad hacia los animales.
El veganismo condena el consumo o la compra de cualquier producto animal como el cuero, las pieles, la lana y la cera de abeja, o que haya sido probado en alguno de ellos.
Fuente: ecodiario.eleconomista.es
La verdad es que se agradecería más control en Los materiales de algunos juguetes eróticos.
Muy buena iniciativa felicidades
Los vibradores “conejitos” se están poniendo muy de moda
Os dejo un enlace del juguete erótico que más se vende de nuestra web
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