En un artículo anterior ya os propuse un Documental de la magnífica serie Redes, de Radio Televisión Española que presenta Eduard Punset, donde en una entrevista con David Goleman se habló de un nuevo concepto de inteligencia ligada a la ecología, la “inteligencia ecológica”.

En este artículo os realizo una sinopsis del nuevo libro de Goleman titulado precisamente «Inteligencia ecológica«, una obra en la que aborda la importancia de conocer la Naturaleza y la dimensión de los impactos ecológicos ocultos, así como el efecto de nuestras propias acciones sobre la Naturaleza, para adoptar la voluntad decidida de cambiar nuestra manera de pensar y actuar.

Junto a estas grandes amenazas de alcance global, nos llegan a diario invitaciones a actuar localmente: “Deposite los residuos en los contenedores adecuados para su correcto reciclaje; utilice el transporte público; instale bombillas de bajo consumo; desconecte los enchufes; sustituya las bolsas de plástico por otras reutilizables…”. Pero ante la magnitud de los problemas de índole ecológica y su ineludible dimensión ética, hemos de decir con Daniel Goleman que “esos pasos son necesarios pero insuficientes, porque lo que hay que cambiar realmente es nuestro modo de pensar. Todos nuestros actos tienen un impacto en el medio ambiente: negarlo es de ignorantes”.

Si conociéramos el impacto real de todo lo que consumimos, no tendríamos más remedio que modificar radicalmente nuestro comportamiento. Solemos entender la inteligencia como una dimensión humana individual, pero la inteligencia ecológica debe ser una inteligencia colectiva, pues los desafíos que debemos afrontar son numerosos y complejos como para ser comprendidos y abordados individualmente. El nacimiento de esa inteligencia compartida sólo será posible con la colaboración: la voluntad de trabajar juntos con un objetivo común. La inteligencia ecológica así entendida es una extensión de la inteligencia social porque supone empatía con las personas, con los demás seres vivos y con los ecosistemas.

Daniel Goleman señala tres principios para empezar a construir juntos la inteligencia ecológica.

  1. Conoce los impactos ecológicos de tus acciones.
  2. Promueve las mejoras que se proponen para reducir los impactos ecológicos.
  3. Comparte lo que vas descubriendo sobre estas cuestiones.

Según Goleman, “estamos en los albores de un cambio en la conciencia colectiva; tenemos que caminar hacia la construcción de una inteligencia compartida capaz de originar cambios profundos en la relación del ser humano con la Naturaleza”.

En una entrevista del diario El País, el autor hace referencia al concepto de “sostenibilidad medioambiental” que deberán desarrollar las empresas si quieren sobrevivir y aboga por la responsabilidad personal y el consumo consciente y ecológico: “donde ponemos nuestro dinero, ponemos nuestra energía”.

Para los consumidores, la inteligencia ecológica es la llave que nos permite inclinar la balanza del mercado hacia ingredientes, tecnologías y diseños que respeten nuestros valores.

Para las empresas, la inteligencia ecológica significa modificar los procesos industriales teniendo en cuenta sus consecuencias medioambientales. Para el empresario del siglo XXI el reto consiste en lograr la “transparencia radical” del producto. De esta manera, el mundo del comercio puede ir corrigiéndose, no sólo en nombre de la responsabilidad, sino también en el de su búsqueda del beneficio, desbloqueando al fin el viejo antagonismo entre los objetivos de la empresa y los del interés público.

No podía dejar de recomendaros este libro, para todos los amantes de la ecología y para acercaros aún más hacia una “revolución verde”: según Goleman, “nos abre un horizonte económico hasta ahora inédito que consiste en implantar una regulación que aporte transparencia al mercado y nos permita conocer el impacto oculto de nuestras compras”.

Fuentes:

www.elblogalternativo.com

www.editorialkairos.com

www.elpais.com