El Wall Street Journal (WSJ) ha publicado un informe especial sobre energía muy recomendable y ha dejado un espacio para soñar con el futuro: “Five Technologies That Could Change Everything“. Aunque el título es muy sugerente, en realidad distan aún mucho de llegar a ser alternativas creíbles al modelo energético actual. Vamos a revisarlas aplicando sentido crítico:
1. Energía solar basada en el espacio.
Hace ya muchos años que se propuso que satélites captadores con enormes placas solares se encargaran de recoger energía solar y transmitirla a la Tierra, evitando así el filtro de la atmósfera, e incluso aprovechando la altura para enviar energía a zonas sin luz.
El principal inconveniente es el colosal coste de un sistema energético como éste: satélites de enormes dimensiones, que requerirían un buen número de lanzamientos, y un sistema de mantenimiento que dejaría pequeño todo lo hemos visto hasta ahora con la ISS. Además, está el problema de la transmisión de energía a través de la atmósfera sin pérdidas.
Una tecnología que está aún muy lejos (exactamente 30 años y 20 mil millones lejos).
2. Baterías avanzadas para automóviles.
El problema actual de las baterías es el peso y el tiempo excesivo que tardan en cargarse, ya sin entrar del coste. Por lo tanto las baterías del futuro tienen que ser:
* Sean seguras, especialmente ante colisiones
* Sean ligeras, ya que a día de hoy suponen un peso importante dentro de un vehículo eléctrico
* Se recarguen rápidamente, como en una gasolinera actual, y no durante horas y horas
* Entreguen potencia a un ritmo similar al combustible de un vehículo convencional
* Todo ello a un precio reducido
Una tecnología que se está probando es generar energía con pilas de bacterias.
Por su parte, científicos de la Universidad norteamericana de Massachussets han descubierto que las bacterias de la familia «Geobacter» utilizan «nanocables» diez veces más largos que su propio cuerpo en el proceso de oxidación de las moléculas orgánicas con el que obtiene nutrientes. La bacteria usa estos microscópicos tentáculos, compuestos de una proteína llamada «pilin», para conectarse con los cristales de óxido de hierro y transferir los electrones sobrantes. De esta manera, estos «nanocables» podrían utilizarse como conexiones más efectivas para el paso de la corriente eléctrica.
En cualquier caso, el desafío más importante de estas bio-baterías es incrementar la capacidad energética y reducir los costes materiales del proceso. En la actualidad, los experimentos han conseguido un 15% como máximo de la energía que se necesita para que resulte económicamente viable. Por ello, los científicos trabajan en diversas vías de desarrollo, como nuevos materiales para los electrodos del sistema eléctrico; nuevos tipos de microbios, más baratos y efectivos; o nuevos modelos genómicos basados en estas bacterias para aumentar el suministro de electrones, pero creen que sin un avance que podría ser una década de distancia de la comercialización.
3. Almacenamiento de la energía.
Esta si que es la piedra de toque de la energía del futuro. Hasta el momento sólo hay una forma conocida y eficiente de almacenar energía, y es en forma de combustible, pero ¿cómo guardar para otro momento la captada del sol, la hidroeléctrica, la eólica?
En primer lugar están las baterías, pero actualmente resultan caras para un coche, son inalcanzables para almacenar, por ejemplo, la electricidad requerida por un barrio.
Otros medios explorados se basan la conversión de la energía en algún producto intermedio que permita almacenarla. En este sentido, hay grandes esperanzas en el hidrógeno. El estupendo artículo de New Scientist “Why sustainable power is unsustainable” (traducido en “Por qué nuestra energía sostenible es insostenible“) es un catálogo de pegas para muchas de las tecnologías alternativas en las que hay puestas tantas esperanzas. Por ejemplo, como la escasez del Indio (elemento químico) puede amenazar el desarrollo de la energía solar, y, en el caso que nos ocupa, como la escasez (y elevadísimos precios) del Platino y sus sustitutos como catalizadores afectan a la producción de hidrógeno.
Hay también grandes esperanzas en el uso de nanotubos de carbono, pero aún se trata de un trabajo de laboratorio
4. Captura y almacenamiento de carbono.
Se trata de una serie muy prometedora de técnicas que tienen más relación con el cambio climático que estrictamente con la energía. Se trata de hacer que los medios convencionales de producción (por ejemplo, una central de carbón) sean “limpios” impidiendo que el carbono generado pase a la atmósfera. Para ello se extraer el CO2 de los humos producidos, se condensa y se inyecta en terrenos adecuados donde capas de roca porosa sean capaces de retenerlo.
Esa es la teoría, pero la práctica está aún muy alejada de ser algo real. Lo cierto es que si el procedimiento es viable y su coste no es disparatado (por ejemplo, en términos de energía) podría servir también para extraer CO2 ya presente en la atmósfera, aunque tendría que hacerse a una escala colosal para que tenga un impacto medible.
5. Nueva generación de biocombustibles.
Lo cierto es que después de las dificultades que se produjeron hace dos años en torno al maíz y el etanol, es muy necesario encontrar alternativas. El WSJ apuesta por las algas, que se señalan como las creadoras del petróleo actual.
Ahora mismo es un muy pronto para llegar a una producción industrializada de combustibles basados en algas: hay que seleccionar las más apropiadas, definir las condiciones favorables de cultivo, identificar fuentes de agua y nutrientes, y afinar el proceso de generación de carburantes. Una vez más, faltan años, y posiblemente muchos.
Tenemos un serio problema si esta es la lista de tecnologías más prometedoras, ya que no hay ninguna en condiciones de dar el salto a la producción masiva. Parece que tenemos bastantes años por delante de promesas, sin cambios sustanciales en la forma de producir la energía que consumimos, lo que es en sí mismo una muy mala noticia: la demanda creciente de los próximos años se abordará aumentando el uso de tecnologías que ya consideramos ineficientes y sucias.
Por último, llama la atención en este resumen la ausencia de referencias a la fusión, esa eterna promesa, que siempre está a veinte años de ser viable.
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