Si sales a la calle de cualquier ciudad de nuestro país te darás cuenta de que el civismo brilla por su ausencia. Se puede aplicar a casi todo, pero lo que realmente llama la atención es la capacidad que tienen los viandantes y los conductores de tirar sus desperdicios en cualquier parte.

Incluso habiendo papeleras, el primer lugar de destino es el suelo. Debe ser porque cuesta un gran esfuerzo acercarse con cinco pasos a una papelera o guardar ese diminuto plástico o papel entre las pertenencias, ya sea un bolsillo o una bolsa.

Compromiso y educación para proteger el medio ambiente

Compromiso y educación para proteger el medio ambiente.

Calles y carreteras basureros públicos

Sí, nuestras ciudades están llenas de basura generada por sus habitantes, que no tienen ningún pundonor hacia consigo mismos, y por supuesto, respeto hacia los demás. Solamente hay que ver esas aceras llenas de todo lo posible e imposible, en las que prácticamente se adivina el dibujo de las baldosas del suelo.

Y ya no digamos con las cunetas de esas carreteras, o esas calles que se han convertido en verdaderos basureros vivientes, en las que con los primeros albores de la primavera podrían proporcionar una visión realmente magnífica con toda esa cantidad de vida que apenas está brotando, pero que se aprecia terrorífica con esas “salpicaduras”, algunas veces dispersas y otras continuas, de plásticos o latas metálicas de refrescos por doquier.

Un escalofrío recorre mi cuerpo cuando veo este panorama, y se me acelera el corazón cuando otro individuo inconsciente de la gravedad de sus actos vuelve a tirar el centésimo bote en el mismo lugar. Ya le puedes recriminar sobre su acción, que encima te sorprende con la salida de su boca de una cascada interminable de palabras soeces. El coche es ese templo sagrado para muchos en el que no se puede depositar ni un resto de porquería, pero sí fuera de sus límites.

Compromiso y educación para proteger el medio ambiente

Las cunetas de nuestras carreteras están llenas de desperdicios, aunque la primavera sigue floreciendo.

¿Cuándo adquiriremos ese compromiso y esa educación?

Nos hace falta un claro compromiso y educación para proteger el medio ambiente. Comprendo que es difícil cambiar esas actitudes surgidas de esa “cultura del desperdicio” que nos han inculcado, pero también entiendo que el Hombre tiene esa capacidad de responsabilizarse y volver a recapacitar de sus acciones para mejorar por su bien, si ya no es por el del resto de los seres vivos.

El colmo de estos fastidiosos gestos se puede valorar en cualquier parada de autobús o en las bocas del metro. Es fácil contabilizar miles de colillas tiradas sin más por sus dueños. Desde luego no muestran el más mínimo sentimiento de arrepentimiento, o será que es algo contagioso que provoca que todo el rebaño actúe como si fueran borregos.

 

Lejos de cambiar esta actitud parece que se va exacerbando con el paso del tiempo, y lo peor de todo es que muchas, por no decir la mayoría, termina en las alcantarillas contaminando nuestros ríos y nuestros mares, y por ende, nuestros peces.

¡Qué decir tiene lo que ocurre con las botellas de plástico, van a rellenar nuestros océanos con su presencia! De hecho, para el año 2050 serán 318 millones de toneladas la producción de plástico en todo el mundo, pero en la actualidad 5 trillones de piezas de plástico inundan nuestros mares, las suficientes para dar la vuelta a la Tierra con ellas 400 veces.

¿Cuándo vamos a acabar con esta sinrazón? El planeta es nuestro lugar de vida, pero se está quedando sin ella por culpa de nuestro incapacidad para abandonar esos hábitos destructivos. Creo que aún teniendo un cerebro para pensar, solamente pensamos en el hoy, nunca en el crudo futuro que nos espera; y eso que somos la especie con mayor raciocinio, ¿dónde lo hemos dejado?