A pesar de la mejoría en los datos, que lo han llevado a dejar de estar en peligro de extinción, el lince ibérico se enfrenta aún a numerosos retos y su población debe ser controlada año tras año para asegurar la supervivencia de una especie clave en los ecosistemas de la Península Ibérica y que es, desde hace décadas, uno de los emblemas de la conservación y la naturaleza, junto a otro bellos animales como el lobo ibérico.
Los datos poblacionales han mejorado en los últimos lustros, gracias a un intenso programa de protección y conservación, incluidas reintroducciones, que se han extendido desde 2014. Sin embargo, dos amenazas principales han empeorado los números del lince en algunas poblaciones de Andalucía: los atropellos y la enfermedad hemorrágica (EHV) que afecta al conejo, su principal presa.
El censo
El censo se realiza anualmente entre junio y febrero mediante fototrampeo, colocando una cámara trampa por cada kilómetro cuadrado en todo el territorio con presencia conocida de lince. Así se logra confirmar la presencia e identidad de los ejemplares adultos, se obtiene información sobre su estado y se confirma la reproducción. Asimismo, se pueden delimitar, en la medida de lo posible, los territorios linceros.
Estos datos sirven para evaluar la eficacia de las medidas de conservación, que se llevan a cabo tanto en Portugal (Plan de Acción para la Conservación del Lince Ibérico) como en España (Estrategia nacional), en concreto en las comunidades autónomas de Extremadura, Castilla-La Mancha y Andalucía.
Sierra Morena
La población de Sierra Morena está distribuida entre los Parques Naturales de Cardeña, en Córdoba, y Andújar, en Jaén, además de las áreas de reintroducción de Guadalmellato y Guarrizas y la zona de Cuencas del Rumblar, catalogada como Lugar de Interés Comunitario (LIC). En 2015 se contabilizaron un total de 285 individuos, 92 de ellos cachorros, lo que supone un aumento del 44% (87 individuos más) en tan solo 5 años.
En los últimos años, a estas diferentes áreas se les han unido espacios intermedios, que han posibilitado el intercambio natural de ejemplares e, incluso, la relación con los animales que ocupan territorios de Sierra Morena oriental, en la provincia de Ciudad Real. Por ello, se considera que existe una metapoblación, esto es, que se estudia el conjunto de las poblaciones como una sola.
Por poblaciones, la más prolífica es la de Andújar-Cardeña, que en 2015 cuenta con al menos 176 ejemplares, más del triple que en 2002, cuando había 53, aunque ha perdido población en los últimos 5 años. En cambio, la de Guadalmellato cuenta ya con 61 ejemplares (frente a los 8 de hace cinco años) y la de Guarrizas tiene 48 (contaba con solo 4). El crecimiento global es una buena noticia, ya que evidencia la movilidad de los linces, esencial para su supervivencia, que favorece la variabilidad genética y deja claro que los animales se están adaptando bien al medio y cubren cada vez más territorio.
El lince en Doñana
La otra población andaluza es la de Doñana-Aljarafe. Los animales cubren el territorio protegido del Parque Nacional, además de áreas colindantes sin figura de protección. En 2015, Doñana cuenta con 76 ejemplares, 35 más que en 2002. Sin embargo, el número de linces ha descendido en 16 unidades desde 2013, en solo dos años. El porcentaje de cachorros es del 22%, contando con 17 ejemplares. Esto hace que en Andalucía haya un total de 361 linces ibéricos, de los que 109 son cachorros.
En cuanto al resto de la Península Ibérica, desde 2014 se han liberado ejemplares en varias zonas. En el Parque Natural del Valle del Guadiana, en Portugal, hay 10 ejemplares, mientras que en los Montes de Toledo cuentan con 8, en Sierra Morena oriental con 5 y en la parte occidental de esta cadena montañosa hay 4. La mayor población está en Matachel (Badajoz), con 16 ejemplares, 6 de ellos cachorros.
Amenazas
En el año 2015, se registraron 31 muertes de linces ibéricos salvajes, de las cuales la mitad (15) fueron atropellos, lo que refleja la importancia de esta amenaza, que ha acabado con un 5% de la población tan solo el año pasado. Su incidencia ha aumentado alarmantemente en los últimos años, pasando de unos datos constantes de entre 2 y 5 ejemplares fallecidos cada año hasta 2011, a los 21 de 2014 o los 15 del pasado año. Además, 3 linces murieron a manos de furtivos, una lacra que debería desaparecer por completo.
La otra gran amenaza a la que se enfrenta el lince ibérico es la EHV, que está diezmando las poblaciones de conejo en la Península Ibérica. Al ver reducido su alimento, al lince le cuesta más salir adelante, sobre todo en Doñana y Andújar. Las repoblaciones de conejo silvestre están siendo claves para frenar la caída del censo.
No obstante, el crecimiento poblacional en las otras regiones y la conexión entre todas ha mejorado los datos totales de Andalucía, que ha pasado de 327 ejemplares en 2014 a 361 en 2015, lo que supone un incremento del 10%. La adaptación de los animales está siendo buena, pues se han detectado ya individuos de tercera generación, que se distribuyen por toda el área lincera. Los datos son positivos, aunque quede mucho trabajo por delante y no haya que descuidar la protección de este animal, emblema de la naturaleza en la Península Ibérica.
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