La ecosofía o la sabiduría de la Tierra, nos explica que todo en el cosmos y en el planeta está conectado. Los organismos que los habitan no saben de fronteras, a diferencia del territorio creado por el ser humano.

Naturaleza entrelazada

Esas múltiples relaciones existentes conforman un universo único, interconectado e interdependiente. Nosotros, al fin y al cabo, somos un puente entre la materia y la conciencia, entre lo tangible y lo intangible.

La propia naturaleza tiene una inteligencia infinita, que crea y transforma de forma incansable para mantener ese equilibrio vital que existe en todos los ecosistemas, tanto terrestres como acuáticos, pero también aéreos.

Un fluir interminable, un renacer constante, una respiración que se apaga y otra que vuelve a insuflar vida.

Un organismo sano que integra en sí mismo (al igual que nuestro propio cuerpo) millones de virus, bacterias, hongos y otros microorganismos beneficiosos, que precisamente son las que causan esa armonía invisible, de la que nosotros solo notamos sus efectos.

Ya lo decía el propio Platón: «Este cosmos es un ser vivo, dotado de psique y de intelecto…Un ser único, visible, que contiene dentro de sí a todos los seres vivos, que por naturaleza son congéneres».

Una realidad conformada de relaciones y experiencias.

 Pero al igual que él, muchos sabios y eruditos llegaron a la misma conclusión, ya que todo lo que existe, lo veamos o no, tiene un propósito. De ahí que la propia organización de la misma naturaleza esté guiada por la polaridad: día y noche, frío y calor, mar y tierra, verano e invierno, primavera y otoño…un Ying y yang que lo abarca todo.

Descubriendo la Tierra con otra mirada, con todos los sentidos 

Jordi Pigem en su libro «Así habla la Tierra» (editorial Kairós) nos sumerge de lleno en ese sentir diario del cosmos y del planeta. Un viaje de exploración hasta los confines terrestres, atravesando todo tipo de hábitats y sus pobladores.

Narrando el latir del corazón vital de la naturaleza y sus problemas, relacionados con la destrucción de los entornos naturales por parte del hombre.

La población humana se ha doblado en número, pero la mitad del total de los animales que habitaban la biosfera ha desaparecido. Lo que llamamos progreso, para el hombre, se ha ido acelerando y degenerando de forma irremediable, rebajando la conciencia.

De esta forma, a pesar de todos los avances científicos y tecnológicos, seguimos sin comprender la mayor parte de lo que nos rodea, y puede que nunca lo logremos, si no reconectamos con nosotros mismos y con la Madre Tierra, porque no todo está en los números y en las cifras.

Los antiguos pobladores o las propias tribus indígenas que aún perviven, tienen esa sabiduría ancestral, que les guía hacia lo que deben de hacer y lo que no deben consentir para que la propia naturaleza pueda seguir su propio ciclo, que a su vez les atañe a ellos mismos.

En la actualidad, una gran parte de la población humana vive en un completo desorden natural que está contagiando a su propio entorno. La codicia, la confusión y la destructividad pasarán a ser los tres pilares de nuestra civilización, sino comenzamos a despertar.

Pigem ha retratado de forma virtuosa cada aspecto que influye en la naturaleza y los males que acechan la cordura natural. Unas bellas pinceladas de cada paisaje, de cada sentimiento, de cada camino que se abre ante nuestros ojos a pesar de que estemos cegados por nuestro propio egoísmo.

Es Doctor en Filosofía por la Universidad de Barcelona (1998). De 1998 a 2003 fue profesor en el Masters in Holistic Science del Schumacher College de Dartington y la Universidad de Plymouth (Inglaterra). Ha sido profesor invitado o ponente en diversas universidades de Europa y América. En la actualidad es profesor de diversos cursos universitarios, como el Máster en Agricultura Ecológica de la Universidad de Barcelona.

Es autor de diversos libros, entre los que destacan La odisea de Occidente, Buena crisis, GPS, La nueva realidad e Inteligencia vital, todos ellos publicados por la editorial Kairós.