Las emisiones de CO2 de nuevos vehículos han continuado decreciendo en 2014, según un informe publicado por la Agencia Europea de Medio Ambiente (EEA, por sus siglas en inglés). El dato se refiere a los vehículos nuevos vendidos a lo largo del año pasado, que han sido un 2,5% más eficientes que los años anteriores, concretamente coches y furgonetas de pasajeros.
La media de emisiones de los turismos nuevos vendidos en 2014 se situó en 123,4 gramos de CO2 por kilómetro, significativamente más baja que el objetivo para 2015, que se situaba en 130 gramos de CO2 por kilómetro para el conjunto de la Unión Europea. En cuanto a las furgonetas, la media se situó en 169,1 gramos, por debajo del objetivo, en este caso para 2017, de 175.
En la siguiente gráfica puede observarse el descenso de emisiones de CO2 procedentes de nuevos vehículos vendidos desde el año 2000. Actualmente, la media está por debajo del objetivo, tanto para vehículos de gasolina (Petrol), como para motorizaciones diésel. El descenso es aún más acusado en la línea de los AFV, los automóviles con combustibles alternativos (desde los eléctricos a los híbridos, pasando por los motores de gas natural o etanol). Esto demuestra el gran avance de las nuevas tecnologías, que debería suponer una disminución significativa del uso de combustibles fósiles.
Además de los datos globales, el informe destaca que casi todos los fabricantes cumplieron con sus objetivos de emisiones para 2014. Encabezan la lista de los menos contaminantes tres motoristas franceses (Renault, Citroën y Peugeot) y uno japonés (Toyota), mientras que otro fabricante oriental, Nissan, es el que más ha mejorado, gracias a la venta de vehículos eléctricos y a la mayor eficiencia de los convencionales. En el caso de las furgonetas, Dacia se sitúa por delante de los tres franceses.
En la siguiente tabla, se puede observar la evolución de las emisiones por fabricante, con los franceses como líderes. Las marcas alemanas se sitúan hacia la mitad, destacando el caso de Volkswagen, mayor vendedor con diferencia de la UE (casi dobla a Renault, el segundo, aunque ya ha perdido el liderazgo), con más de 1,5 millones de vehículos puestos en el mercado. Sus datos son realmente buenos, con un descenso progresivo hasta los 124 gramos de CO2 por kilómetro.
Sin embargo, todos conocemos el escándalo que le ha explotado a la compañía alemana este año, cuando se ha visto obligada a reconocer que ha estado falseando las cifras de contaminación de sus vehículos por NOx para cumplir con la normativa. Tan solo unos meses después, y sin que se haya resuelto nada, aparece este informe de la UE alabando el descenso de emisiones de CO2 de los vehículos nuevos durante 2014. ¿Qué credibilidad se le debe dar, por lo tanto, a estos datos? Sabiendo lo que ahora sabemos, uno mira las estadísticas y no puede sino recelar.
Para más inri, otro de los motivos del descenso de emisiones es el mayor porcentaje de vehículos diésel vendidos, ya que estos emiten menos CO2 que los de gasolina (aunque más NOx). En 2014, se vendieron en la UE un total de 12,5 millones de automóviles y alrededor de 1,5 millones de furgonetas. Del total, un 53% de coches y un 97% de furgonetas fueron de motorización diésel.
Esto ha provocado que la contaminación por nitrógeno empiece a cobrar gran importancia, sobre todo en los grandes núcleos urbanos, como Madrid. La capital de España está sufriendo restricciones para intentar bajar el nivel de estos contaminantes en su atmósfera, como la limitación a 70 km/h en los accesos a la ciudad o la prohibición de aparcar a los no residentes. El aumento en ventas de los vehículos diésel no es, por tanto, una buena noticia para el ambiente de las ciudades, máxime si emiten más nitrógeno del que deberían.
Congratularse por un informe que muestra solo una parte del problema (en este caso, las emisiones de CO2) sería absurdo. Hay que valorar el conjunto, sobre todo ahora que la opinión pública está tan sensible con el escándalo de Volkswagen y la credibilidad en materia de contaminación de vehículos ha quedado en entredicho. La parte positiva es que los motores son más eficientes y el uso de combustibles alternativos se extiende, pero casos como el de Madrid deben hacer que tanto los fabricantes como las autoridades no bajen la guardia.
Estamos excesivamente lejos de una verdadera conciencia ambiental y una auténtica solución a los problemas del planeta.
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