Cada 17 de octubre, desde 1993, tiene lugar la celebración del Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza. La Asamblea General de las Naciones Unidas creó esta fecha para concienciar al mundo sobre la necesidad de acabar con la pobreza y la indigencia en todos los países.

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El lema de 2015 es “Construir un futuro sostenible: unirnos para poner fin a la pobreza y la discriminación” y se enmarca en un nuevo escenario, tras la aprobación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), la nueva versión de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM). En ambas agendas figura “acabar con la pobreza en todas sus formas y dimensiones”. Bien entrado el siglo XXI, este debería ser un asunto urgente.

Un futuro sostenible requiere eliminar la pobreza extrema y la discriminación y garantizar los derechos fundamentales de todas las personas. La sociedad debe responder a las necesidades y aspiraciones de todos sus miembros, y no solo de algunos privilegiados. Esto no sucede actualmente, cuando disponemos de unos modelos de producción y consumo especialmente enfocados al beneficio de unos pocos.

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Los Derechos Humanos, la diversidad cultural y la protección del medio ambiente deben estar asegurados en un futuro sostenible que no incluya desigualdades económicas ni la exclusión de ninguna minoría de la sociedad. En los próximos años, la conservación de los recursos naturales debe asentarse en la sociedad. Igual de importante es proteger al trabajador, garantizar sus derechos y no minusvalorar su actividad.

El conjunto de todas estas aspiraciones es el único camino hacia la erradicación de la pobreza, ya que la evolución de la sociedad no puede sostenerse únicamente sobre un pilar, necesita una buena base de cimientos sociales, laborales, culturales, medioambientales y de convivencia.

El desarrollo no pasa solamente por el avance tecnológico, el I+D o la inversión económica. Las diversas sociedades del planeta dependen fuertemente unas de otras y solo se puede construir un futuro desde el respeto entre individuos, comunidades y naciones. No es posible el avance de la sociedad de un país rico, por mucha tecnología e innovación que posea, si no respeta los derechos de aquellos trabajadores de sus multinacionales que vivan en países en desarrollo.

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La erradicación de la pobreza incluye el medio ambiente, el desarrollo sostenible, la igualdad, la justicia social, los derechos laborales, la protección social… No se acaba con la pobreza dando dinero a los bancos y las empresas implicados en la crisis económica global, mientras se recorta en gasto social, en sanidad, en educación o en ayudas para los menos favorecidos, como los refugiados. Incluso las políticas de sostenibilidad tienen que proteger a los menos favorecidos, no solo el medio ambiente o los recursos naturales.

Este nuevo 17 de octubre es otra oportunidad para que la voz de las personas que viven en la pobreza se oiga en la parte más alta de la sociedad, entre los ricos, en los países más avanzados, en las empresas y los bancos que controlan el flujo mundial del dinero. Si queremos pensar en un futuro, debe ir acompañado del término “sostenible”, y ello supone la lucha contra la pobreza y la desigualdad.