El gobierno francés ha aprobado una ley según la cual los tejados de los nuevos edificios que se construyan en zonas comerciales, deberán estar cubiertos total o parcialmente por plantas o placas solares.
Instalar una cubierta vegetal sobre el tejado de un edificio tiene cuantiosos beneficios. En las áreas urbanas, por norma general, escasean las zonas verdes y esta es una forma de aprovechar el limitado espacio y proveer a un barrio o comunidad de un espacio natural, donde poder evadirse y contactar con la naturaleza en plena jungla de asfalto.
Las cubiertas vegetales de los edificios pueden incluir multitud de especies, aunque siempre con una cierta limitación de tamaño. Aun así, existen una gran cantidad de combinaciones entre arbustos, pequeñas plantas con flores o césped, de forma que se pueda crear un pequeño ecosistema que proporcione un cierto nivel de aislamiento, con respecto al entorno que le rodea.
Este pequeño espacio, con sus condiciones especiales, es capaz de atraer la vida. Las aves que suelen vivir en zonas urbanas no tardan en sentirse atraídas por este acogedor refugio, donde llegan incluso a anidar. En plena ciudad, estas áreas verdes actúan como filtros naturales, reduciendo la contaminación metropolitana y el efecto isla de calor.
Las cubiertas vegetales en los tejados de los edificios también contribuyen al ahorro energético, pues posibilitan que haga falta menos energía para calentar o enfriar (en función de las necesidades) un edificio. Lo mantienen más caliente en invierno y más fresco en verano. Esta ventaja es ideal si se combina con la otra posibilidad que brinda la ley para los nuevos edificios: la instalación de placas solares.
Huelga enumerar las ventajas de la energía solar, sobradamente conocidas, siempre que, claro está, no haya un gobierno que grave el Sol ni que ponga obstáculos al uso de energías renovables por parte de los ciudadanos. La instalación de placas solares en los tejados ayudaría a reducir el consumo de energía y, junto con el aislamiento de las cubiertas vegetales, podría crear edificios que apenas necesiten energía para la climatización.
Este impulso a la edificación sostenible dado por Francia, debería ser un primer paso para que el resto de países industrializados, principalmente sus vecinos de la Unión Europea, fomenten acciones similares, sobre todo teniendo la COP-21 en París a la vuelta de la esquina, que promete ser un punto de inflexión para que los gobiernos se tomen más en serio las políticas medioambientales.
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