Nuestros armarios y neceseres de belleza, se llenan cada vez más de productos naturales y ecológicos. La razón de esta tendencia es, que cada vez somos más exigentes con todo lo que nos rodea, y por supuesto, con nuestro consumo. Ya no nos vale con que nos embauquen con milagros infinitos, sabiendo que detrás de esos sustantivos existe una falsedad a prueba de complejos. Ahora queremos una cosmética verdadera que respeta al ser humano y al planeta en el que vive. Sin artificios, ni medias tintas. Queremos saber que nos echamos en nuestros cuerpos, y de dónde proviene, y si quien lo ha recolectado trabaja de una manera digna, sin explotación. Valoramos por encima de todo, eso, la dignidad, el producto ético.
En la biocosmética, todos estos requisitos deben ir reconocidos y expresados de alguna manera en el envase del artículo. Charlatanes hay muchos por el mundo, lo único que sirve es que figure por escrito. La naturaleza es muy grande y amplia. Y naturales, naturales hay muchas sustancias, pero ¿en qué cantidad y mezcladas con qué?. Siempre tendremos que prestar atención a la letra pequeña, esa que nadie suele leer, más que nada por los términos latinos que se suelen utilizar, ¡ahora me enorgullezco de saber latín, para eso sirve, para descifrar lo indescifrable!. Unas palabras mágicas que cambiadas en sus declinaciones o terminaciones, nos hacen dudar de lo que tenemos entre las manos. Para eso paciencia, y algo de memoria. Hay nombrecitos que conviene llevarlos en nuestra retentiva, como si fuese el vademecum de los médicos. Mejor tenerlos siempre en la mente, por si las moscas, una nunca sabe dónde aparecerá la dichosa nomenclatura.
Siempre es mejor utilizar el remedio de nuestra abuela, que experimentar con potingues de la nueva era, ricos en sustancias tóxicas que nos envenenan por dentro. Además, por supuesto, esas variedades químicas tan atrayentes para algunos ojos y bolsillos, son claro está, mucho más baratas que sus homónimos naturales. Una crema por dos euros, no es una crema, ¡es un coctel Mólotov!. Así que nada de comprar espejismos en cualquier tienda, envenenamientos hay muchos y de muy diferentes tipos. Y sino, que se lo digan al doctor William Rea, Director Ejecutivo de la Academia Americana de Medicina Ambiental; así como fundador y Director del Centro de Salud Ambiental de Dallas, en Texas. Cirujano torácico y cardiovascular, fue el primer catedrático de Medicina Ambiental del mundo.
Él asegura: «Los tóxicos afectan especialmente al tejido conectivo que constituye el 60-70% del cuerpo humano; y eso incluye al sistema inmune, al neurológico y al circulatorio. Esos tres sistemas son los principalmente afectados y es su intoxicación lo que da lugar primordialmente a disfunciones concretas que son a las que luego llamamos enfermedades’”.
Podéis ver un vídeo en el que se habla de esta cuestión y algo más:
[youtube]http://youtu.be/okr9JjQVadg[/youtube]
Me ha gustado mucho el artículo, yo siempre he buscado productos naturales y actualmente ecológicos para usar, pero es complicado, porque habitualmente hay gente artesana que vende productos pero hechos con aceites reciclados (de baja calidad, usados para cocinar a altas temperaturas) y otras materias primas de dudosa calidad.
Ahora he encontrado unos productos increíbles, que elaboran aquí http://www.ecoeko.es
Son geniales, yo fui a la tienda que tienen en madrid y me contaron cómo elaboran los productos que tienen en la web y el maravilloso proyecto que han puesto en marcha!
Os recomiendo que probéis los productos y al menos le echéis un vistazo a la web!
Saludos y gracias por mantenernos informados!