Todos estamos hartos de encender el televisor, poner la radio, o leer un periódico, en los cuales, de lo único que se habla son de las crecientes cifras del paro. Ocupando las mejores portadas desde hace ya varios años. Creo que ahora es el momento de preguntarnos ¿qué podemos hacer para salir adelante?. Con una situación que no tiene muchas perspectivas de solucionarse a corto plazo y a largo plazo, despacito como la carrera del caracol. Tenemos que echar la vista atrás y pararnos a pensar si algo de lo que está ahora mismo ocurriendo es culpa nuestra. ¿Qué hemos hecho para merecer esto?. Pues, quizás, algo que podríamos haber solucionado anteriormente, pero hemos preferido dejarlo pasar, sin darle la menor importancia.

¿Os acordáis cuando empezaron a cerrar los pequeños comercios de vuestro barrio?. Esos en los que tan bien se compraba, y en los que te hacían sentir cómo un rey, aunque estuvieses comprando unos simples huevos. Ese trato ya no existe, o está en vías de extinción; ni tampoco sus productos, esos de toda la vida, de nuestros pueblos y nuestros campos. Te hablo de los pimientos de Padrón, las alcachofas de Tudela, las ensaimadas de Mallorca, las judías del Barco de Ávila, las fresas de Aranjuez, las naranjas de Valencia, los espárragos de Tudela… y una larguísima lista. Una cadena de mercado que era fuerte porque entre todos la sustentábamos. Pero, ¿qué pasó?. Nos hemos doblegamos ante los gigantes extranjeros. Esos que nos hacían pensar que lo nuestro era lo peor, además de caro; cuando la realidad ha venido a demostrar lo contario. Esos que poco a poco han ido menoscabando nuestra industria, nuestras empresas, y en definitiva, nuestro ego.

¿Y ahora qué?, seguiremos por los mismos derroteros o preferiremos sacar pecho y batallar por lo que nos concierne. Parece que poco a poco nos vamos dando cuenta de nuestra falta de perspectiva, mientras que nuestros vecinos alemanes y franceses, por no ir más lejos, compraban sus propios productos y sus arcas se iban llenando. Nosotros, inocentes y pardillos, nos creíamos los “reyes del mambo” exportando e importando sin parar; sin caer en que esta ausencia de autoestima nos perjudicaría por los siglos de los siglos.

Ahora, aunque un poco tarde, pero ya sabiendo el dicho de «más vale tarde que nunca”, debemos tomar una decisión firme, o férrea, si me ponéis. España es un país precioso, y riquísimo en costumbres, en cultura y en género; y los españoles somos herederos y dueños de todo ello. Creo que no es el momento de echarlo todo a perder. Nosotros somos listos y honrados, no como nuestra clase política, esa que merece un capítulo aparte; aunque por el momento, son los que nos gobiernan. Por estas razones y miles más que no cabrían argumentar en tan poco espacio, por no cansar al personal, que ya lo está mucho, y de todo; tendríamos que salir a la calle y buscar nuestros productos típicos para meterlos en la cesta de la compra. Sólo así, cambiaríamos el panorama español. Nuestra compra representa ese futuro digno que todos esperamos para nosotros, y nuestros hijos, y también, claro está el de nuestros nietos. Nos debemos negar a “entrar por el aro”, y adquirir artículos que provengan de fuera, si eso mismo lo ha habido siempre en España. Es un poco más caro, quizás, pero en esta sociedad capitalista, eso nos está destruyendo. Gracias a esto que parece un truco de magia, conseguiremos que repercuta en más gente. Es como la famosa “cadena de favores”, pero elevada a la máxima potencia. No sólo beneficias al vendedor, sino al que lo reparte, al productor; y también, a que se puedan contratar a más personas, a que bajen los precios, a que se dediquen más hectáreas de terreno en el caso de la agricultura o la ganadería, a que mejore, incluso, la calidad, al mejorar la investigación. Todo por poner un ejemplo. Esto lo podríamos aplicar a toda clase de servicios que utilizamos diariamente. A la larga generaría estabilidad, algo que no viene nada mal con estos tiempos que corren. O acaso, ¿pretendes seguir con contratos basura y sueldos míseros toda la vida?. Esto no es solamente aplicable a los “españolitos de a pie”, sino a esas personas que manejan y dirigen empresas, ellos también deben de poner de su parte para que la máquina se engrase y funcione. De ellos, en mayor parte, y de sus decisiones, dependemos todos. ¿Y tú que tienes pensado hacer por tu parte?.