Desde la aparición del libro electrónico se ha abierto un debate sobre si es mejor que el libro en papel desde el punto de vista medioambiental.

No voy a entrar en el debate de la elección entre uno u otro teniendo en cuenta las preferencias de los usuarios, como que el libro en papel permite experimentar una serie de sensaciones que el electrónico no tiene, o que éste es mejor que el libro tradicional en papel en cuanto a economía, peso y comodidad, porque lo que me interesa sacar a debatir es hacia qué lado se inclinaría la balanza si tenemos en cuenta la incidencia de cada uno sobre el medioambiente.

Según cifras, los efectos del libro en papel son claras: La producción de un libro en papel requiere siete veces más el consumo de agua y tres veces más el consumo de materias primas que un libro electrónico, en lo que se incluyen toneladas de papel utilizadas, la toxicidad de las tintas que usan o su coste energético. La producción anual estimada de 2.000 libros, equivale a unos 32 millones de árboles talados. Además, imprimir un libro supone 4 kg de CO2, lo que viene a significar que anualmente se emiten 8.000 millones de toneladas de CO2. Esto es, que la tala de árboles y la emisión de dióxido de carbono producida por la industria papelera equivale a las emisiones de 7,3 millones de coches en un año.

Sin embargo, ASPAPEL (Asociación Española de Fabricantes de Pasta, Papel y Cartón), afirman que el ciclo de papel es sostenible. La industria recicla más de 5 millones de toneladas anuales de papel y cartón para reutilizarlo y fabricar papel nuevo, lo que supone un ahorro de espacio en el vertedero equivalente a 50 estadios de fútbol, y el alcance de una tasa de utilización de papel recuperado del 82,4%.

Por su parte, aunque el libro electrónico permite un gran ahorro energético gracias al amplio almacenamiento de miles de obras en un solo dispositivo, evitando la tala de árboles y el impacto medioambiental de la fabricación de un libro en papel, y al consumo bajo de energía que supone su utilización, no está libre de tener desventajas: Su uso está limitado por la duración de la batería, lo que supone tener que recargarla (cosa que un libro en papel no pasa), y además tiene una vida útil mucho más corta.

En mi opinión, en términos medioambientales aún no queda muy claro cuál es mejor de los dos, pues aunque la fabricación de un libro en papel suponga mucho impacto medioambiental, el porcentaje de su reciclaje es elevado y puede compensarse. Cosa que se desconoce del libro electrónico, pues aún no se ha establecido ni la duración exacta de su vida útil ni lo que se hará con ellos después de esta. ¿Y vosotros qué opináis?

Fuentes: ASPAPEL, Digitech, Expansión.com y Twenergy.