La tierra es un ser vivo; por ello ha tenido un nacimiento, una evolución y tendrá un final, de nosotros depende que ese final no llegue mas temprano que tarde!
Los sistemas ecológicos no son estáticos, por lo que resulta casi imposible establecer fronteras entre los ecosistemas. Aquí es donde la ley de la Difusión Ecológica genera su mayor actividad dentro del ecosistema tierra, como un proceso que puede ser asumido por el ser humano en su papel de transportador de especies, contribuyendo con ésta, favoreciéndola, porque cuenta con una mayor y más eficiente forma de desplazamiento y autonomía de movilidad.
Todos los procesos que se dan en el planeta deben tener un punto de equilibrio ecológico para que puedan subsistir. En este punto, existe un número apropiado de componentes, donde un nuevo elemento o el aumento de uno o más de los existentes, determinan un desorden, alterando su desarrollo y produciendo un cambio de características que trae como consecuencia la destrucción total del ecosistema.
Si la alteración se produce por encima del punto de equilibrio, hablamos de contaminación; si se da por debajo, hay degradación.
Así como el ecosistema posee un estado de equilibrio y un proceso de difusión para existir, tenemos que entender que esos estados ecológicos no son absolutos. Por el contrario, poseen un poco de cada cosa y su apariencia de estabilidad es el resultado de una serie variable de condiciones y proceso.
El compromiso ecológico y su relatividad se da en terminos no solo de relación, sino de tiempo y espacio. La responsabilidad es generacional; por ello, el hombre tiene un compromiso durante el tiempo que le corresponde habitar el planeta.
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