Hoy, 12 de junio, es el Día Mundial contra el Trabajo Infantil 2017, un día en el que no podemos dejar de exigir un mayor control por parte de las empresas y de los gobiernos para acabar con esta lacra. Las cifras son devastadoras (según la Organización Internacional del Trabajo): 115 millones de niños con edades comprendidas entre los 5 y los 17 años trabajan en condiciones de peligro en sectores tan diversos como la agricultura, la minería, la construcción, la manufactura, la industria de servicios, la hotelería, los bares, la restauración, los establecimientos de comida rápida y el servicio doméstico, o buscando todo tipo de objetos en vertederos para poder subsistir.

Estos niños y niñas no tienen derecho a una educación digna. Su futuro ya está comprometido si nadie lo remedia. Una situación que se da tanto en países industrializados como en países en desarrollo, y lo peor es que se cree que unos 22.000 niños mueren en el trabajo cada año, desconociéndose el número de niños lesionados o que caen enfermos debido a su trabajo.

Día Mundial contra el Trabajo Infantil 2017

Niña cargando con la recolección del campo.

Imagen de FAO/Franco Mattioli

Día Mundial contra el Trabajo Infantil 2017: por una infancia feliz

Desde aquí, debemos reivindicar esa lucha para abogar por un cambio real. Detrás de todo esto suele estar la pobreza y la miseria, así que no es posible ese cambio si no se destinan políticas sociales para terminar con una situación de semiesclavitud o esclavitud que viven en la infancia muchos de estos niños:

Ya sea ayudando a su familia en el campo (plantando o recolectando plantas o cuidando de animales), o dedicándose de manera intensiva a fabricar abalorios de forma artesanal que luego se venden en los países desarrollados.

Día Mundial contra el Trabajo Infantil 2017

En Zambia, muchos niños trabajan sin descanso.

Sus pequeñas manitas son idóneas para hacer trabajos finos, que necesitan precisión: desde coser cuentas en la ropa hasta rematar todo tipo de trabajos textiles en la poderosa industria de la moda. Y lo peor de todo es que cuando compramos algo no sabemos si han sido las manos de un pequeño quién ha cosido ese detalle tan bonito que aparece en nuestro pantalón o nuestra camiseta, o quién ha cogido el algodón que tenemos en el botiquín de casa.

El desastre de Bangladesh ha tenido sus consecuencias

Por eso es importante saber el qué compramos, quién lo ha realizado y en qué condiciones. La transparencia en los grandes gigantes de la moda brilla por su ausencia, aunque desde un tiempo a esta parte se han comprometido a que esto no suceda…ya era hora. Mango o Zara entre otras tiendas de moda de gran consumo, tienen ya disponibles en sus webs sus códigos de conducta e incluso se han aventurado a detallar el estándar de químicos que pueden contener sus prendas, el medio ambiente se lo está agradeciendo ya, y nuestra salud. Estamos avanzando mucho, pero todo ha sido gracias en parte al desastre de Bangladesh en el año 2013.

Día Mundial contra el Trabajo Infantil 2017

Un chaval trabajando en las labores del campo.

Imagen de Human Rights Watch

Como se suele decir por aquí, “no hay mal que por bien no venga”. Tuvo que suceder una catástrofe para que los ojos del mundo se abriesen de par en para para comprobar lo que estaba sucediendo en la otra parte del mundo, muy lejos (también se podría aplicar el dicho “ojos que no ven, corazón que no siente”). Tan lejos que era imposible saber lo qué sucedía, hasta que sucedió.

Si piensas que otro mundo es posible, apuesta por el consumo responsable. Tu compra tiene mucho peso: invierte tiempo en elegir y comprobar que tu dinero se destina a empresas con una Responsabilidad Social Corporativa transparente y con altas miras.