El buceo es uno de los mayores placeres naturales a los que podemos acceder de forma libre. Esa sensación mágica de flotar mientras se contempla el maravilloso mundo submarino, es uno de los reclamos turísticos más vendidos por las agencias de viajes, una manera de enganchar a esas personas que sienten fascinación por sumergirse en el agua del mar para observar fauna y flora marina.

El buceo genera unos ingresos millonarios

Lejos de ser algo insignificante, nos encontramos ante una industria turística que mueve millones de euros. Está claro que su impacto en el medio ambiente marino tampoco es una tontería. La cantidad de personas que viajan por el mundo en busca de ese lugar fantástico en el que poder encontrar alguna especie rara de ver, o simplemente para poder tocar los arrecifes de coral más emblemáticos, hace que muchas de esas zonas ya estén notando los efectos de esa migración humana.

 buceo

El buceo es una actividad que puede dañar los ecosistemas marinos.

El buceo es un entretenimiento que proporciona un beneficio económico fuera de dudas a las zonas costeras, así como puestos de trabajo, pero que tiene los días contados sino se realizan campañas de sensibilización y conservación al respecto, auspiciadas por los propios ayuntamientos y por las propias empresas (no solo las que se dedican al esnórquel, también restaurantes u hoteles) que sin ninguna duda tienen en este sector su mayor ganancia.

El éxito de la industria del buceo radica precisamente en esa unión indisoluble entre los organismos oficiales y los empresarios del turismo, un tándem que puede mejorar la vida de toda la comunidad que allí se encuentra.

Las malas prácticas ensombrecen la imagen del buceo

Y es que el buceo en sí no conlleva nada nocivo, pero sí el ruidoso desplazamiento, el combustible usado, etcétera; y por supuesto, las malas maneras o mala praxis. Porque una cosa es bucear, y otra maltratar los ecosistemas marinos. Los que buceamos de cuando en cuando sabemos lo que decimos.

buceo

Bucear es ver y observar sin maltratar el espacio marino.

¡No te puedes llevar a casa nada!, es decir, te ha parecido precioso ese coral, esa estrella de mar o ese pez; pero donde mejor está es allí en su hogar, su hábitat. Su marco es ese, no como un trofeo en tu casa. No permitamos que siga sucediendo delante de nuestros ojos. Si es así denúncialo.

Y ni se te ocurra comprar en mercadillos callejeros, esos pequeños trocitos de océano que son sus habitantes: caballitos de mar, esponjas, y un largo etcétera. Estarás fomentando el tráfico ilegal, y la pérdida de la biodiversidad submarina que ya es un hecho real.

Un turismo sostenible que pretende causar el mínimo impacto ambiental en el medio, pero que la falta de información y el desconocimiento, además de algunas prácticas salvajes como es la sobreexplotación pesquera con redes de arrastre, está haciendo que sucumba.

¡Este verano bucea pero teniendo esto presente: mirar pero no tocar!