Este año 2016, se cumplen 30 años desde cuando se creó la Red de Reservas Marinas de España, siendo la más antigua la de la isla de Tabarca; y aún queda todavía mucho por hacer y proteger. Pero vamos a retroceder en el tiempo para ver qué es lo que ocurrió por entonces.

Se inició gracias a un estudio llevado a cabo por la Universidad de Alicante dirigido por el Dr. Alfonso Ramos, supongo que fue la primera persona en darse cuenta de lo necesario que era, y la que más insistió con el respaldo de su investigación detrás.

Pero teniendo en cuenta la línea del tiempo, hasta 1990 no se creó la siguiente, la de las islas Columbretes. Un tiempo que resulta excesivo, pero me imagino que conseguir que se reconozca un paraíso marítimo como Reserva Marina lleva lo suyo, tanto de papeleo administrativo, como de medios económicos y un puñado de folios en los que aparezca su peculiar conformación y su importancia para el medio ambiente.

Así hasta el año 2007 en el que se concibió la última, la Reserva Marina de Levante de Mallorca en Cala Ratjada. Como siempre ocurre en estos casos, resulta inconcebible que no se hayan realizado más sabiendo los fondos marinos que poseemos, no lo digo yo, lo dicen los expertos en Oceanografía y cientos de buceadores que se sumergen cada día para explorar ese fantástico universo; pero en nuestro país “las cosas de palacio van despacio” que se suele decir.

Funcionamiento de las Reservas Marinas

Desde este espacio debemos pedir e insistir en que se aligere y se agilice esta situación en la que todo se pierde y nada se gana, y que las empresas privadas se vuelquen en la conservación de este patrimonio submarino único, el cual sin esta urgente protección, desaparecerá sin dejar rastro. Un tesoro descuidado y olvidado.

El medio marino cubre más del 70% de la superficie del planeta y alberga el 80% de la biodiversidad mundial. Sin embargo, las Áreas Marinas Protegidas representan actualmente menos del 3.5% del océano y menos del 0.3% de la alta mar.

Las reservas tienen una gestión llevada a cabo por la Secretaría General de Pesca en exclusiva, y otras tienen esa custodia compartida con la Comunidad Autónoma. Cada una tienen sus peculiaridades, pero en todas se puede llevar a cabo la pesca artesanal y tradicional, la mayoría con cañas y anzuelo.

Es la única manera de que estos lugares sean sostenibles a lo largo del tiempo, al parecer se produce un fenómeno denominado “rebosamiento” o exportación de biomasa, en el que al aumentar la densidad de una especie de interés pesquero, ocurre una emigración de los individuos afuera de ella, a los caladeros adyacentes.

Las reservas marinas proporcionan un hábitat original y único para miles de especies, es un reducto concentrado de biodiversidad que solo aparece y existe allí mismo. De ahí su relevancia a todos los niveles, pero además para el estudio del cambio climático o de los cambios producidos por la mano del Hombre en los océanos.

El seguimiento científico de cada una de ellas es imprescindible para valorar todo lo que ocurre en cantidad y calidad, pero además hay otras actividades que están siendo mucho más significativas, como son la divulgación y la sensibilización al público en general de las actividades que se hacen en las reservas  marinas, y de su específica conservación, y van dirigidas en especial a aquellos que frecuenten los mares con asiduidad (pescadores, buceadores, etcétera).

Algunas de ellas contienen además Bienes de Interés Cultural que pertenecen al patrimonio arqueológico, y se usan para también para investigaciones punteras sobre el estado de la contaminación plástica. Pero son solamente algunos de los ejemplos que poco a poco van saliendo de todo lo que puede contener y realizarse en estos espacios únicos. Todas pertenecen a la Red Natura 2000 y algunas son Reservas Marinas de la Biosfera por la UNESCO.