Las tiendas de animales tienen en la actualidad un negocio más que lucrativo con la venta de animales exóticos, es decir, aquellos que no se encuentran en el propio país. Aunque no son solamente ellas, en la red se mueve una cantidad ingente de tráfico de especies. Internet es el mejor medio para llegar a todas partes y pasar desapercibido, porque queramos o no, la cuestión es que todavía (por desgracia) existe poco personal de la policía dedicado a este tipo de delitos, redes mafiosas que se escabullen fácilmente sin dejar rastro. Mejor dicho, el rastro que dejan es de muerte, y de abusos cometidos a aquellos individuos que han tenido la mala suerte de caer en sus trampas, tanto personas como animales.

Increíble serpiente tropical multicolor

Las aduanas tampoco hacen mucho, porque sino no tendríamos constancia de la cantidad de animales que aparecen de la noche a la mañana en cualquier parte. El último, el famoso cadáver de un delfín en la Casa de Campo (el pobre ya ha tenido su momento de gloria póstuma en los medios de comunicación).

¿Qué podemos hacer? Dejar de comprar animales exóticos, así de claro. El problema es que si lo seguimos haciendo, estamos contribuyendo a su desaparición. De hecho, en muchos lugares ya no quedan loros, cotorras o papagayos de determinadas especies (por poner un ejemplo), ya que además de desaparecer su ecosistema (también por causas humanas), los han ido cazando a lo largo del tiempo, y ya muchas colonias han quedado deshabitadas.

El perseguido tucán americano

Nuestra admiración por estos seres vivos, tiene que ser eso admiración y nada más. El poseer al animal contribuye a su sufrimiento, por mucho que no lo queramos ver así argumentando que va a tener una mejor vida si le construimos un pequeño hogar parecido al de su hábitat. Nuestro cinismo llega a unos niveles alarmantes. Me da la sensación de que nunca nos ponemos en el pellejo del otro. ¿Qué te parecería si te encerrasen en una habitación y que te engordasen como si fueses un cerdo? Eso es lo que hacemos con nuestras preciosas mascotas hasta la saciedad.

La lista de especies es realmente muy extensa, desde reptiles, pasando por arácnidos, siguiendo por anfibios, y terminando por peces. A estos pequeños animales, se suman especies de mayor envergadura como aves o mamíferos, que son mucho más problemáticos a la hora de trasportar, y que mantienen un apego muy grande a sus parejas o descendencia. Familias truncadas o rotas por nuestros deseos de adquisición, ya que normalmente matan a adultos y se quedan las crías.

Un comercio que lejos desaparecer, está aumentando. Contrabando de vidas, aunque muchos la pierden en el camino tratando de escapar o de sobrevivir. Supongo que llegan los individuos más fuertes o los que más suerte han tenido.

Precioso y exótico pez mandarín

Ese afán de “tener”, de consumismo exagerado, está también haciendo que este tipo de desgracias estén a la orden del día. Parece que la relación entre riqueza y poder, y posesión de animales exóticos, está bastante clara. Y nuestra legislación es sencillamente débil, se necesita más “mano dura” para este tipo de acciones que lejos de ser legales o ilegales, dependiendo, fomentan la destrucción de nuestra única riqueza natural. Lo peor es la falta de responsabilidad de la sociedad, que admite este tipo de actividad como si de cualquier otra se tratase. “Si no compras, no hay tráfico” sería el mejor eslogan que podríamos difundir. En tus manos está que no siga sucediendo, y que apostemos por mantener la sostenibilidad por nuestro propio bien. La biodiversidad es nuestra salvación.