Los suelos sanos generan alimentos saludables, pero no solo eso, ayudan a mitigar el cambio climático, almacenan el carbono y reducen las emisiones de efecto invernadero que de otra manera irían a parar a la atmósfera. El carbono del suelo se puede liberar a la atmósfera en forma de dióxido de carbono, algo que ha venido sucediendo a lo largo de los años cuando los bosques han sido talados para convertirlos en terrenos para la agricultura o para la ganadería.

Las buenas prácticas en la agricultura, además de promover la sostenibilidad, repercuten claramente en el Medio Ambiente. Un ejemplo, son los más variados tipos de cultivo que se están introduciendo para mejorar esta realidad  a la que nos enfrentamos, un reto que ya está en marcha: la agricultura ecológica, la agricultura de conservación, la agroecología y la agrosilvicultura.

Se estima que los suelos pueden capturar alrededor de 20 PgC (petagramos de carbono) en 25 años, más del 10 por ciento de las emisiones antropogénicas.

Un suelo fértil, rico en materia orgánica, es el hábitat perfecto para diferentes tipos de especies animales y vegetales beneficiosas, que a su vez regulan sus funciones y repercuten en su óptimo mantenimiento. Los suelos con vegetación resisten las diferentes inclemencias climáticas, así como la erosión o la desertificación.

Las emisiones generadas durante la aplicación de fertilizantes sintéticos supusieron el 14 por ciento de las emisiones en la agricultura en 2012, y son la fuente de emisiones agrícolas de más rápido crecimiento, tras haber aumentado un 45 % desde 2001.

Uno de los mayores problemas a los que nos enfrentamos, es el uso masivo de productos químicos en la agricultura, para conseguir cantidades ingentes de alimentos destinados a una población que no para de crecer y alimentarse. Pero la solución no consiste en seguir este mismo ritmo, porque la capacidad de los suelos es limitada, los suelos se agotan con la agricultura intensiva y cuando dicen “ya basta”, tienen que pasar muchos años hasta que vuelvan a ser fértiles. La rotación de cultivos, la desaparición progresiva de las sustancias químicas y la puesta en marcha de una agricultura climáticamente inteligente (climate-smart agriculture) serán las claves, según la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), para conseguir una productividad sostenible que se adapte al cambio climático mitigando sus nocivos efectos.

infografía suelos y biodiversidad